EEUU y los yihadistas militarizan la prostitución en Irak
Documento con fecha
Tuesday, 08 de July de 2014.
Publicado el
Wednesday, 09 de July de 2014.
Escrito por: Nazanín Armanian.Fuente: Público.
Escrito por: Nazanín Armanian.Fuente: Público.
Las mujeres musulmanas, cristianas, judías, izadíes y ateas de Irak
nunca habían oído el término Yihad Al-Nikah: lo que se conoce como
Guerra Santa del sexo, el llamamiento del Estado Islámico de Irak y
Levante (EIIL) para que las chicas solteras de las ciudades conquistadas
se ofrezcan de forma voluntaria a los rebeldes para convertirse en sus
esclavas sexuales bajo la denominación Sigué o el matrimonio “mota’a”,
de placer: sexo para un tiempo determinado a cambio de algo material, un
eufemismo de la prostitución, prohibida en el Islam. Como ellos se
juegan la vida por el avance de un Estado Islámico, los padres de niñas
solteras y aquellos hombres musulmanes que poseen varias esposas deben
entregarles a algunas de ellas, como forma de recompensárselo, si no
tanto ellos como ellas serán duramente castigados. La ONU ya ha
denunciado el suicidio de cuatro muchachas agredidas sexualmente en
estos falsos y forzosos matrimonios.
La vida del pueblo iraquí, y en especial de sus mujeres, se deteriora
por instantes: tres décadas de guerras, pasando de una dictadura
semilaica (ver: 7 motivos (reales) por los que EEUU derrocó a Saddam Husein)
a una teocracia sectaria y totalitaria instalada por EEUU, que ha
establecido un apartheid sexual contra la mujer y la ha colocado junto
con los menores e incapacitados psíquicos, como persona necesitada de un
tutor varón de por vida y sin considerar su nivel de inteligencia,
además de legalizar la pederastia de niñas pequeñas, bajando la edad
nupcial de 18 a nueve años, entre otras medidas misóginas.
Y aún sin poder asimilar esta pesadilla, ellas se enfrentan a la
invasión de una banda armada despiadada compuesta por miles de
delincuentes y mercenarios afganos, iraquíes, sirios, libios, chechenos o
europeos, que exhibe la barbarie con el fin de difundir el terror (Ver:
Irak, 23 observaciones sobre la nueva guerra líquida de EEUU).
Y, cómo no, las mujeres son sus primeras víctimas: un matrimonio de
Mosul ha sido flagelado porque ella en vez de niqab llevaba un pañuelo.
La amenaza de castigos medievales a los desobedientes, incluida la
lapidación y crucifixión, ha creado un clima de terror entre la
población. Aún las heridas físicas y emocionales de masivas violaciones
de soldados estadounidenses no se habían curado (¿se curarán alguna
vez?). ¿Podrán los agotados hombres y mujeres iraquíes sobrevivir a este
nuevo mazazo?
La punta del iceberg
“Mientras estábamos jugando a los naipes y bebiendo un whisky, surgió
la idea de ir a una casa iraquí, violar a una mujer y matar a su
familia”, confesó uno de los tres agentes especiales del ejército de
EEUU, quienes encerraron a un matrimonio y a su hija de seis años en una
habitación de su casa, y empezaron a violar a la hija mayor de 14 años,
Abir Kasim Hamza al Yanabi, varias veces. Luego mataron a los padres y a
la pequeña, y volvieron a violar el cuerpo destrozado de Abir, para
después dispararla. Echaron queroseno de una lámpara sobre el cuerpo de
Abir, le prendieron fuego a ella y a la casa y después fueron a comer un
pollo asado. Los agresores, entre 19 y 23 años, portadores de libertad y
democracia a Irak, fueron cubiertos por sus superiores, que redactaron
un informe falso sobre los hechos hasta que la verdad salió a la luz e
Irak se estremeció. La película Redacted, del director Brian De
Palma, refleja parte de esta matanza. Barack Obama ha conseguido
inmunidad para estos soldados sirviéndose de los gobiernos títeres de
Irak y de Afganistán, países donde mantendrán a decenas de miles de
efectivos.
Doble dirección del contrabando de mujeres
En Irak, las empresas contratistas privadas vinculadas con el
Pentágono–que trafican con mano de obra barata masculina para las bases
militares-, utilizan sus canales para hacer contrabando de mujeres, y lo
hacen mediante su importación y exportación: reclutan mujeres chinas,
rusas, etíopes, filipinas, surcoreanas y tailandesas, entre otras “no
musulmanas”, -ya que al contrario de Vietnam, en Irak no pueden
convertir en esclavas sexuales a las musulmanas de forma
pública y masiva-, y las envían a las tropas de EEUU en Irak, mientras
mandan a las mujeres iraquíes a los militares instalados en los países
árabes del Golfo Pérsico.
En Dubai se reclutan a cientos de adolescentes vírgenes iraquíes y
afganas para evitar el contagio de enfermedades, sin documentación y
permiso de residencia, donde, además de recibir terribles abusos de
obsesos sexuales, viven un estado de persecución continua por las
fuerzas de seguridad, quienes lejos de proteger, añaden una vía
al cautiverio.
El despliegue militar de EEUU en la región ha disparado la demanda de
las esclavas sexuales y el comercio de mujeres en la región. A las
mujeres importadas de otros países se las engañan con falsas ofertas de
trabajo –de cocinera, telefonista, limpiadora, etc.-, la promesa de
sueldos de hasta 3000 dólares y un destino como las petromonarquías de
la zona. Una vez que las llevan a Irak, el ruido de las bombas y el
estar atrapadas entre varios militares violadores las despierta del
sueño hecho pesadilla. No podrán ir a ninguna parte ni habrá nadie que
atienda su dolor y sus quejas. Si el 30% de las propias mujeres
militares son violadas durante su servicio, el 71% asaltadas sexualmente
y el 90% objeto de acoso sexual, se puede imaginar la vulnerabilidad de
una trabajadora filipina.
Las imágenes publicadas de las atrocidades en la prisión de Abu Ghraib
-entre las que hay fotos de violaciones colectivas a mujeres iraquíes-,
muestran la coincidencia entre el perfil de los violadores y los
clientes de la trata de mujeres y la industria del sexo.
Prostitución en una sociedad árabe-musulmana
En junio del 2007, el diario británico independent revelaba la
escalofriante cifra de 50.000 niñas y adolescentes huérfanas y mujeres
viudas o con cargos familiares iraquíes refugiadas en Siria, que se
habían visto forzadas a prostituirse en aquel país aún en paz. Otras
miles alquilaban su cuerpo en Jordania, Yemen y Emiratos Árabes Unidos,
entre otros países. Años antes, en 1999, Saddam había mandado decapitar a
decenas de mujeres forzadas a prostituirse por las duras sanciones
económicas impuestas por EEUU y la ONU. Claro que nadie tocó a sus
clientes.
Una vez, en la Siria de antes del 2011, las discotecas y los burdeles
de Damasco se llenaron de mujeres y también de niñas de 11 ó 13 años,
que pedían unas 1.500 libras sirias (22 euros) por hora. Adolescentes
que se habían escapado de la violencia doméstica o del matrimonio
forzado habían caído en las redes que acechan en las estaciones de
autocares (ver: Así montaron la prostitución).
En su propia patria, estas mujeres temen más ser juzgadas por los
vecinos y familiares que por Alá que es consciente de su drama. Si bien
es cierto que los honorables hombres de la familia, mientras reciben
dinero de ellas, no les preguntan de dónde vienen hasta que el secreto
se hace público y su maldito honor, de repente, se ve manchado. Luego
nadie querrá tener a las hermanas de ellas como nueras ni tenerlas como
compañeras de trabajo o empleadas.
Los conflictos armados, las hambrunas, las crisis económicas y demás
calamidades benefician a las empresas dedicadas a la prostitución. Tal
es así que el 95% de las personas prostituidas en el mundo constituyen
este ejército de la carne. Lo que contribuye a que las empresas del
crimen organizado coticen en Bolsa y en los países capitalistas “con
rostro humano” como Dinamarca y los Países Bajos, donde la industria del
sexo constituye entre el 3% y 5% de su PIB.
Los crímenes de honor se disparan
“Sólo la sangre lava la vergüenza”. Así lo creían las sociedades
tribales árabes que distinguían entre Sharaf, «dignidad» de la familia,
el clan que se conservaba mediante un comportamiento modélico de sus
miembros; e ‘ird, «la pureza y el honor de la mujer», que disminuye
cuando ella cruza –con o sin la propia voluntad- las líneas rojas de la
moral establecida ( al ser violada, prostituida, cometer adulterio y
otros delitos sexuales). De modo que, eliminando a la mujer se salvaba
el Sharaf del hombre y del grupo. En una sociedad tan desestructurada
como Irak, donde la muerte está en cada rincón, el instinto de
supervivencia rompe las líneas de todos los colores, sin importancia de
las consecuencias.
Los crímenes de honor , que sólo en Pakistán arrancan la vida de al
menos unas 5000 mujeres al año, se diferencian de otras formas de
violencia ordinaria de género por las siguientes características:
· Se cometen sólo contra la mujer, y si es contra algún hombre será por su comportamiento “afeminado”.
· Los motivos suelen ser sexuales-morales: transgredir las normas
establecidas, coquetear con alguien, ser manoseada/violada, rechazar la
autoridad masculina o un matrimonio arreglado, amar a un hombre no
deseado por la familia.
· Estos crímenes de honor son planificados y ejecutados por varios
hombres; el padre y los hermanos en el caso de las niñas solteras, y el
marido si se trata de mujeres casadas.
· Tiene carácter público: se debe dar a conocer.
· El asesino, lejos de ser estigmatizado o sentir remordimiento, es
considerado héroe: ha sido capaz de poner por encima del afecto hacia su
familia, los valores y los deberes religiosos.
· Tiene un componente de la “Pedagogía del terror”: el asesinato o la
mutilación de la mujer es aleccionador para otras mujeres de la
comunidad.
Son mayoritariamente asesinatos de musulmanas por musulmanes (se
practica en menor medida entre los no musulmanes de India) y algunos
fanáticos lo justifican con aquel versículo del Corán que legitima la
violencia del esposo (4:34) contra la cónyuge rebelde.
En Irak, en la misma medida en que se rompe el milenario tabú de la
santidad del cuerpo de la mujer, aumenta la violencia de hombres que se
niegan a aceptar la nueva realidad.
Guerra sin violación es posible
Si preguntamos qué clase de ideología empuja a un hombre a violar y
matar a hijas, hermanas o madres de otros hombres o de las suyas propias
en medio de un conflicto armado, se suelen ofrecer los siguientes
argumentos:
- Que la mujer es el botín de guerra junto con los bienes materiales.
En lugares como los desiertos de Oriente Próximo, donde ha habido
escasez de mujeres, sus religiones legitimaban este tipo de agresión
como un incentivo para los combatientes.
- Que dejando a las mujeres embarazadas se destruye la identidad de la comunidad enemiga.
- Que violarlas derrota psicológicamente a los hombres enemigos que resisten.
- Que la guerra en sí es violar otro territorio; y violar a las mujeres
derrotadas forma parte del ritual del festejo de la conquista. Aunque
por la cultura patriarcal se denuncie menos, los hombres también son
agredidos sexualmente mucho más de lo que se publica. Los últimos casos,
el del coronel Gadafi, líder libio, y el de Christopher Stevens, el
embajador de EEUU en Bengazi, asesinados por los mismos rebeldes armados
por la OTAN que ahora están destruyendo Siria e Irak.
- Que simplemente es un “efecto colateral” de la guerra. Este enfoque,
despolitiza el abuso sexual en los conflictos, y lo presenta como un
acto físico natural de unos individuos descontrolados hacia las mujeres
“que estaban allí”.
Sin embargo, la manera de actuar de los ejércitos de los Tigres de
Liberación de Tamil, del Frente Farabundo Martí o el PKK kurdo, y el
hecho de que no hayan utilizado esta herramienta contra el enemigo
señalan hasta qué punto la violación es una cuestión ideológica. Dichas
formaciones, cuyos programas políticos anuncian el deseo de fundar una
sociedad basada en la justicia social, la igualdad y el respeto mutuo,
muestran que es posible matarse el uno al otro, manteniendo la dignidad
de la víctima.
En una sociedad como la iraquí, donde la violada es la culpable y no
existe el concepto de “violación en el matrimonio” –al revés, exige a la
esposa una disposición sexual absoluta para el marido si quiere recibir
la manutención-, ¿qué se puede esperar? (Ver: Si ahorcasen a todos los violadores).
El trauma emocional, graves lesiones físicas, ser señalada por una
sociedad hipócrita, embarazos traumáticos, enfermedades, suicidios,
muerte a mano de los familiares que te tenían que proteger, así como
miles de bebés abandonados son parte de este acto vil contra la mujer.
La violación en las guerras no es sólo una acción privada de violencia,
sino un acto de tortura cuyo responsable es el Estado al que pertenece,
de forma que las guerras son un gran chollo para los mercaderes de la
carne humana (Ver: Infinitas razones para no legalizar la prostitución).
Yihad Al-Nikah o sexual
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