TODOS ZANGANOS, ELLAS PUTAS
TODOS
ZANGANOS, ELLAS PUTAS
Ayer, Sábado, bajé a Madrid. Había
quedado con unos amigos poetas en el bar “El Café de Oriente”, situado en el
Madrid de los Austrias, frente al Palacio Real. El edificio en que se encuentra
fue construido sobre los restos del convento de San Gil. Algunas de sus
dependencias conventuales conforman hoy sus salones. Cuentan una leyenda
urbana, que es la misma para todas las rehabilitaciones de monasterios,
conventos, iglesias, de que algunos albañiles y operarios encontraron en sus
ruinas calaveras y esqueletos abrazados en estado de cópula y con-pene-tracción.
Habíamos quedado para analizar la
Gramática Parda Española, con las modificaciones en Prosodia y Ortografía del
Culo; y esto debido a que, además de ser escritores y poetas, nos encantan las
nociones del Arte de Follar; que por eso uno, venido de Barcelona, nos traía el texto sacado de ATEOS Y REPUBLICANOS,
Academia de Laicismo Ateo y Republicano, que analiza, explica y difunde sus
doctrinas con fines esencialmente pedagógicos:
“Prostitución
para todos, marca hispánica”, de Lidia Falcón, recordando a Carlos París en su
ética radical sobre los cursillos para ser buena puta. Durante el viaje, y
viendo el toro negro de Osborne sobre los montecillos de la carretera, me hacía una pregunta que iba a soltar en
cuanto llegara. Esta: ¿La puya (puta) es buena para el corazón del toro?
Otro, de Madrid, traería el impreso
del “Curso, por 45 € de cómo ser una buena prostituta”, que indigna a sectores
feministas catalanes, pero que por eso, por ser catalanes, y por ir en su contra,
a sectores feministas del estado de la nación encanta, devotos como son de la
Morfología o Anología del Sexo, y su conjugación en follaje castellano,
utilísimo para alumnos del Magisterio del Pene y Escuelas de Comercio del Coño.
Yo llevaba un relato breve sobre
Oseas y la prostituta, el dios siembra y cosecha” de la Biblia meretriz,
relativo a la substantividad de nuestras partes y la desigual clasificación de
los adverbios más y menos en la diferenciación entre la posesión, la propiedad
y la pertenencia; a que no basta que la sujeta reciba la acción del Verbo para
clasificarla como de pasiva.
Otro, de Algete, en Madrid, traería
un texto de Catulo sobre la “moecha putida, redde codicillos”: puta hedionda,
devuélveme los libros; que es como decir, como él mismo nos dijo, “puta,
devuélveme el esperma que te dí, y quédate con todo lo demás: el lenguaje de los
silbidos del ano, el bombo, la cagada del palomo”, etc.
Otro, que era nuevo, y que, según me dicen, trae azada
y trae zamarra, nos leerá “Memorias de una prostituta”, de Anne Smith, que
nos describe un mundo donde la mujer no
es un ser humano sino objeto de consumo, de usar y tirar, y que dicen que dice:
“Al cabo de los años dos mil, vuelven las putas por donde solían ir”.
Otro, que viene de Vallelado, en
Segovia, nos hablará de “Los monólogos de la vagina” obra escrita por la
feminista estadounidense Eve Ensler. Para él un tratado de los coños tónicos y
que divide a la vagina por razón de la sílaba labiada que lleva el acento del
clítoris, dividiéndose los coños en agudos u oxítonos.
También, viene una señora poetisa
donde las haya. Es de Covarrubias, en Burgos. Regenta una hospedería del Camino
de Santiago, y dicen que esconde las ganzúas en los baúles de los huéspedes. El
de Vallelado, que la visitó el pasado año, dice que tiene los labios del coño
en hiato, y que le dijo: “No abrevies, porque si sigues así, me agobiáis”. Ella leerá del Libro del Buen Amor,
del trotaconventos Arcipreste de Hita.
Según nos dijo, el Arcipreste distinguía a sus putas en
débiles y fuertes, mudas, bilabiales, linguopaladiales, linguodentales
paladiales, paladiales fricativas,
velares y velares fricativas, cerradas y abiertas.
Llegamos con puntualidad. En la puerta de entrada nos
cruzamos con un embrutecido que decía necedades. Sin mirar al suelo, pisó una
mierda de perro, y resbaló, gritando:” ¡Qué hermosura de palacio¡” Nos reunimos
todos. Se habló animadamente sobre lo dicho. Hicimos un repaso a la situación
presente, señalando los afijos, prefijos y sufijos de las palabras,
diferenciando las palabras monosílabas y polisílabas, determinando las átonas,
tónicas, agudas, llanas, esdrújulas y sobresdrújulas, separando las diferentes
sílabas de las palabras.
Nos tuteamos. En conclusión, como suele suceder siempre,
sacamos los pies fríos y la cabeza caliente. Se habló, viendo lo ruin del
sistema, de la negrura de los nubarrones anunciando tiempos tormentosos. Se dijo que “Ni calabaza sin tapón, ni mujer
sin quita y pon”. Yo me asombré de lo linda que era esa camarera que nos servía.
Se dijo, sin variar por eso de significación, que todos
somos zánganos y ellas todas son putas. Que las cátedras son cátedras de
Rebuznos. Que las licenciaturas todas, y los doctorados cum laude, visto lo
visto, no son más que pintamonadas. Que la herpe hojaldre del Capital no es más
que despabiladeras para completas (rezos), y esponsales.
Que la declinación es propia de las posaderas del culo,
del coño substantivado y del prohombre. Que la sociedad está dividida entre
parias y penates, preces, puches,
quevedos, ravioles, tiquismiquis. Que las putas son todas vírgenes sagradas,
codornices cantoras, arras de abad capuchino, Y que los zánganos no somos más
que cómplices cobardes, zotes de la novia, comensales voraces, ágiles pelotaris
en las afueras del pueblo.
Para terminar, no sin antes quedar este domingo de ir al
Parque del Retiro a recitar, todos a una cantamos parafraseando a Samaniego en
su “Las Moscas”. (Entre paréntesis, esta cancioncilla nos la pasó un camarero
azulado de vista cansada):
A un
lupanar de rica miel
dos
mil penes acudieron
que
por fervientes murieron
insaciables
de coños en él.
Todos idiotas
dentro de él
enterraron
su golosina
y si bien se les examina
la
chirlomirla grande
se
comió al pez chiquito
por el
santo vicio que nos domina.
-Daniel
de Cullá
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