martes, 10 de septiembre de 2013

MICROMUNDOS



Opinión
Coral Bravo
Retazos
Micromundos
05/09/2013
* * *     5 votos

Todos los españoles, salvo, imagino, los que se ven soezmente beneficiados ideológica y económicamente por la estafa a gran escala que llamamos “crisis”, estamos hasta la peineta (esa que tanto gusta de usar Cospedal y tanto le favorece) de ella, de la crisis, me refiero, (bueno, y también de la peineta). Seguir la actualidad en este país se ha convertido en una especie de tortura china que nos va desgastando, poco a poco pero sin pausa, la moral y las neuronas encargadas de la armonía, la ilusión y el bienestar. Y nos hace sentir impotentes ante situaciones dantescas y hasta cómicas de puro surrealistas.

Situaciones cómicas, si no fueran realmente trágicas. Un presidente con un discurso de tono afectado y ridículamente solemne, al más puro absurdo estilo del archirecordado “Españoles…”, que utiliza ese mismo tono apolillado para leer las anotaciones entre líneas de su engañosa y previamente preparada perorata. Un gobierno de una formación política, investigada por la justicia, que presenta ante el juez, en la investigación de la supuesta trama de corrupción y financiación ilegal del partido (¡ahí es nada!), los ordenadores sin disco duro. Una ministra de trabajo que no ha trabajado nunca. Un ministro de Educación que consigue desmantelarla. Una sanidad que hace extraer una prótesis a un joven que no puede pagarla. Un gobierno que consigue que Senegal nos tenga que regalar 325.000 euros para que varios proyectos de investigación puedan seguir adelante. Unos informativos de la cadena pública de televisión que aconsejan a los parados rezar para paliar la ansiedad que les produce su drama.
Nos han maniatado, nos han adormecido, manipulado, idiotizado. Aunque lo peor es que lo hemos permitido. Y percibimos que el supuesto sistema democrático que nos ampara es incapaz de frenar a este atajo de descerebrados que están aniquilando lo poco que teníamos de democracia y de cotas de participación y debate plural en la gestión pública del país. Sin embargo, ante tal tesitura, y ante la desconfianza absoluta de los españoles frente a esta infame casta política, nos queda un camino, el personal.

Hace unos meses leía en el dorso de la camiseta de una chica que se manifestaba con los indignados del 15-M una leyenda que me hizo reflexionar. La leyenda era: “No puedo cambiar el mundo, pero sí puedo cambiar mi micromundo. Sumatorio”. Ese es el único, y no poco arduo, camino que, a día de hoy, parece que nos queda, porque la clase política se ha convertido en el gran enemigo de las personas, tras anular sus derechos, bloquear su paso y acallar su voz como colectivo.

Quizás convenga reflexionar un poco y darnos cuenta de que los que nos desgobiernan obtuvieron una mayoría absoluta según la decisión de los votantes. No podemos eximirnos de la gran responsabilidad colectiva, y personal, que los españoles tenemos ante la situación que vivimos. Hagamos examen de conciencia y entonemos el mea culpa que nos corresponde, que no es poco. Por dejarnos engañar y manipular. Por estar muy poco y mal informados. Por no haber ejercido el papel activo que significa ser ciudadano de una democracia. Por creer a lobos disfrazados de corderos. Por dejar de lado nuestra capacidad de análisis y de crítica de la realidad. Por haber permitido llegar a la situación tan asfixiante que hoy se vive en este país.

Después empecemos a cambiar el mundo, poco a poco, uno a uno, cambiando nuestro pequeño ámbito personal, nuestro micromundo. Informémonos, compartamos la información, analicemos la actualidad y su repercusión en nuestra vida. Interesémonos por las cuestiones políticas. Reclamemos cuando somos objeto o testigos de alguna injusticia. Exijamos nuestros derechos. Ejerzamos la solidaridad con el tendero, el vecino, el amigo, el sintecho que nos encontremos por la calle. Sintamos que tenemos un papel activo que ejercer, no sólo en lo personal, sino también en lo político y lo social. No permanezcamos inmóviles ni sumisos. La acción es nuestro derecho, y, en las cuestiones de lo público, es nuestra obligación. No nos limitemos a criticar desde la desidia y la ignorancia, ni a ignorar nuestro poder, que es mucho. Recordemos que el dinero y el poder que otros se reparten proviene de los ciudadanos, de nuestro esfuerzo y nuestro trabajo.

Ejerzamos la solidaridad que anhelamos, ayudemos en lo que podamos, con la misma ayuda que en los casos críticos esperamos, sembremos la tolerancia por donde vayamos. Respetemos, con ese mismo respeto al que aspiramos. Repudiemos activamente lo repudiable. Comprometámonos con nuestra realidad, con ese mismo compromiso que codiciamos en los políticos a los que cuestionamos.
El mundo se compone de todos nuestros micromundos. Si los cambiamos, también el mundo puede cambiar. Como el proverbio chino que formula que “el simple aleteo de las alas de una mariposa puede convertirse en un tsunami al otro lado del mundo”. La miseria moral y emocional de los que hoy nos tienen bajo su yugo es de tal pobreza y de tal simpleza que está llamada a extinguirse a poco que nos movilicemos y nos comprometamos. Porque nadie puede solo cambiar el mundo, pero sí podemos todos cambiar nuestro micromundo. Y eso es sumatorio.
Coral Bravo es Doctora en Filología
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