“No se puede administrar la Iglesia sólo con avemarías”
Documento con fecha
miércoles, 20 de febrero de 2013.
Publicado el
miércoles, 20 de febrero de 2013.
Autor: Koldo Campos Sagaseta.Fuente: Rebelión.
Autor: Koldo Campos Sagaseta.Fuente: Rebelión.
“No se puede administrar la Iglesia sólo con avemarías” declaró el
cardenal Paul Marcinkus allá por los ochenta y en medio de un mayúsculo
escándalo en el que, además de su púrpura figura, resultaron implicados
el Instituto para las Obras de Religión que se ocupa de las finanzas de
la Iglesia, el banco del Espíritu Santo, el banco Ambrosiano y otras
instituciones vaticanas.
Marcinkus que, curiosamente, había nacido en Chicago, nunca perdió la
compostura. No la perdió entonces, no obstante la secuela de asesinatos,
supuestos suicidios y más que sospechosos accidentes que costaron la
vida a media docena de implicados, como el propio Calvi, director del
banco Ambrosiano y cuyo cadáver apareció colgando de un puente del
Támesis.
Tampoco la perdió cuando fue acusado de estar detrás del atentado a
Juan Pablo II y de la desaparición de Emanuela Orlandi, una niña
italiana.
“No se puede administrar la Iglesia sólo con avemarías” insistía el cardenal.
Marcinkus nunca fue procesado. Se mantuvo al frente de las finanzas
vaticanas hasta que algunas avemarías más tarde, tras pronunciarse el
Tribunal Supremo Italiano y con la venia del Papa, consideró conveniente
su retiro a los Estados Unidos. Ni siquiera entonces dejaron de
acosarle las sospechas, en este caso, del Departamento de Estado de los
Estados Unidos y por tráfico de oro, pero acabó sus días, plácidamente,
en una lujosa mansión de Arizona, próxima a los campos de golf de Sun
City, donde practicaba ese deporte y rezaba avemarías.
Su entrañable amigo Ratzinger, ya convertido en el Papa que nunca quiso
ser, acosado por los años y las filtraciones, vía su mayordomo, de
ciertas interioridades muy poco edificantes sobre su pontificado y su
entorno, acaba de presentar su dimisión.
“Las cuentas del hombre sin Dios no salen”, había dicho Benedicto XVI
poco después de asumir el cargo. Las cuentas de la Iglesia sí.
Tenían razón los dos: “No se puede administrar la Iglesia sólo con avemarías”.
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