Retazos
Salvemos a Volante. Contra la barbarie financiada e institucionalizada
| 06/septiembre/2012
Desde que el Partido Popular (derecha neocon o
neoliberal) ha llegado al poder, estamos presenciando un intenso
incremento de la institucionalización de la crueldad y la tortura;
crueldad y tortura (metafórica, pero real) con respecto a la ciudadanía a
través de recortes de derechos civiles y derechos humanos, pero tortura
literal con respecto a la vida animal. Instituyen la matanza de toros
como “bien cultural”, devuelven a la televisión pública la inconcebible
retransmisión de corridas, aumentan (que no inician, porque las corridas
de toros siempre son financiadas) la financiación de esa "fiesta
nacional y patria" con tanto protagonismo en el franquismo, y hasta
resucitan antiguos espectáculos macabros de linchamiento y tortura de
vidas indefensas (como el linchamiento de jabalíes en Castilla la Mancha
).
¡Cómo parece gustarles la tortura! Parece que disfrutan con el
martirio y el sufrimiento de los que no se pueden defender; y que se
afanan en divulgar el dolor y extenderle de nuevo en el acervo
siniestro-festivo (que para nada cultural) de los españoles. Quizás se
apegan a la idea de que un pueblo bárbaro, insensible e inculto se deja
someter y manipular mejor que un pueblo culto, solidario y civilizado. O
quizás se adhieren, al pie de la letra, al ideario cristiano que
difunde que el ser humano es el rey de la creación, y los animales y la
naturaleza son creaciones divinas para su uso y disfrute (origen
primigenio del maltrato animal y del desprecio a la vida natural).
Porque no es casualidad carente de significado que la tortura animal
como divertimento prolifere de manera intensa tan sólo en los países de
la órbita cristiana.
De hecho, los colonizadores no sólo exportaron a América el
cristianismo, y posteriormente la Inquisición y las santas quemas en
hogueras, sino también las corridas de toros, ausentes en el resto del
mundo. Y porque no es casualidad tampoco que los políticos hipócritas
que venden como propios lo que llaman “valores” ostenten, en realidad,
unos idearios tan inmorales y tan insolidarios que financien con dinero
de todos verdaderos espectáculos horripilantes de dolor, agonía y
muerte. Parece que nos quieren devolver a la España cañí que Millán
Astray, gran adepto al franquismo y a la muerte, definió muy bien al
grito de “Viva la muerte. Muera la inteligencia”
Pero el tema concreto de este artículo es Volante, ese toro condenado
a ser torturado hasta morir el día 11 de septiembre en el llamado
Torneo del Toro de la Vega , de Tordesillas; ese toro que tiene cuerpo,
órganos, sistema muscular, óseo, venoso, linfático, nervioso, y tiene
sentimientos, ama a los que le protegen, teme a los que le hacen daño,
siente dolor, paz, alegría, enfado, placidez, indignación, miedo,
ternura…, como lo sentimos los humanos. Ese toro cuyo ADN, demostrado
científicamente, es casi idéntico al de cualquier humano, al de
cualquiera de nosotros. Ese toro, como tantos, que dicen algunos que
sólo existe para ser torturado. ¡Malhadado privilegio nacer para ser
despiadado objeto del dolor y la tortura inmisericorde!
Numerosas asociaciones y plataformas animalistas y de respeto a la
vida animal vienen pidiendo desde hace meses que no se celebre este
macabro torneo y que se indulte la vida de este animal que agonizará y
morirá -si la decencia y el sentido común no lo impiden- para regocijo
pasajero de una turba de energúmenos. Avaaz envió el pasado lunes casi
sesenta mil firmas y una carta al Presidente de Castilla Y León pidiendo
que no se mate a Volante.
Porque Volante es mucho más que Volante; es el símbolo de los miles,
millones de animales que sufren, agonizan y mueren por la voracidad y la
estupidez humana. Su muerte será el símbolo de la legitimación de la
tortura, sin calificativos. Su indulto sería, al contrario, el símbolo
de la esperanza de un país, de una humanidad sensible, lúcida y
solidaria. Porque la verdadera solidaridad se extiende a toda la vida
que nos rodea, no sólo a la humana. Y porque, como dijo Tolstói, el
primer acto de abstinencia de un hombre de verdadera moral es el de no
lastimar a los animales. Y, además, porque, como dejó escrito Thomas
Edison, “la no violencia es el único camino hacia la ética, que es la
meta de la evolución. Mientras no dejemos de dañar a los animales
seremos aún unos salvajes.”
Coral Bravo es doctora en Filología
elplural


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