domingo, 30 de septiembre de 2012

LOS BUENOS ESPAÑOLES, NOSOTROS SOMOS DE LOS MALOS

Tintorro Party
Los buenos españoles
La columna de esta semana va dirigida, como la política del Gobierno, a los buenos españoles. Esos españoles que nos votan cada cuatro años, después de misa, y se dedican a su trabajo, su familia y su amante (si la hubiere) hasta la siguiente convocatoria. Siguiendo la doctrina del Generalísimo, de que la gente de bien no se mete en política, Mariano sólo busca que no se pringuen ustedes con asuntos que sólo pueden acarrearles quebraderos de cabeza.
Esta doctrina sólo es válida, lógicamente, mientras somos nosotros los que estamos en el Gobierno; cuando es la izquierda la que manda, el buen español se activa y es capaz de sacrificar la comodidad del sillón de piel, por el incómodo palo de pancarta. Sólo hay que recordar las masivas manifestaciones contra el aborto, los matrimonios gays o la política antiterrorista de Zapatero que encabezaban el propio Mariano, Cospedal, Aguirre, y un largo etcétera de nuestros más insignes líderes.

Pero amigos lectores, y mejores españoles, deben reconocer que hasta en algo tan mundano como una manifestación se nota la diferencia de clases. Cómo comparar nuestras placenteras concentraciones, a las que podíamos ir acompañados de niños, perro y sirvienta, con las que organiza la izquierda, que acaban con persecuciones policiales hasta la cocina de casa de los manifestantes. Pero es normal que sea así, porque nuestras proclamas, como acusar de asesino al presidente del Gobierno, eran constructivas y pacíficas.

Uno de los logros de los que nos sentimos más orgullosos, es el de haber conseguido que sean las propias clases menesterosas las que se controlen entre ellas. Ver como los policías, obreros poco más que mileuristas, defienden nuestros intereses frente a sus compañeros de clase social, produce en nosotros, además de una sana sorpresa, un placer que no les describo porque esta columna se publica el día del Señor. Es algo así como si un pastor hubiera conseguido prescindir del perro, por haber enseñado a un cabrón (me refiero, naturalmente, al macho cabrío) a controlar el rebaño.
De todas formas, en el fondo da igual si los malos españoles salen o no a la calle, porque los números siempre están de nuestra parte. La regla que seguimos es muy sencilla, si la manifestación es nuestra multiplicamos el número de asistentes, si es de ellos restamos sobre el total de españoles. Así que lo mejor que pueden hacer es quedarse en casa, relajarse e intentar disfrutar de los más de tres años que les quedan antes de que volvamos a necesitarlos.
https://twitter.com/BorjaMariaZ

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