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Mertxe AIZPURUA Periodista
Dios está en el pasillo
Ksawery Knotz viste el mismo hábito marrón que Sean Connery en «El nombre de la Rosa» aunque no se le parece en nada. ¿Un frikie? No. Es un capuchino, polaco, con su cordón y celibato, cuyo libro sobre sexo para parejas católicas es best seller en su país gracias a afirmaciones como que la sexualidad es un regalo divino y que Dios está en el orgasmo. Su edición castellana, en acertado marketing, se resume en «El Kamasutra Católico». Knotz niega que el sexo tenga que limitarse a la procreación, aunque asegura que el libro y sus opiniones se ajustan a los dictados de la Santa Madre, de la que tiene el imprimatur eclesiástico. No lo dudo, sobre todo cuando dice que el varón debe ayudar en casa para que la mujer esté menos cansada para el sexo.
En fin, que no me ha extrañado lo de que Dios esté en el orgasmo. Si algo nos inculcaron en la infancia era que el eterno mirón estaba en todas partes. Así que lo lógico sería encontrártelo en el orgasmo, en los preliminares y hasta en el cigarrillo de después, aunque con las nuevas leyes civiles quizá hasta esto haya cambiado. Además, que la Iglesia guarda ilimitada comprensión para la debilidad de la carne, sobre todo si la carne es eclesiástica, ya ha quedado nítido en los casos de pederastia. A algunos esta defensa del placer carnal les suena a gloria. Mejor para ellos. No sé si Knotz ha sido cocinero antes que fraile pero no importa. Santa Teresa, la de Ávila, con sus éxtasis y arrebatos -miren la escultura de Bernini-, ya lo había descubierto. Ella solita, creo. Aunque luego aseguró que Dios estaba entre pucheros. Total, que lo de Dios, o lo del orgasmo, ya no sé, debe andar entre la cocina y la cama. Por el pasillo, más o menos.
En fin, que no me ha extrañado lo de que Dios esté en el orgasmo. Si algo nos inculcaron en la infancia era que el eterno mirón estaba en todas partes. Así que lo lógico sería encontrártelo en el orgasmo, en los preliminares y hasta en el cigarrillo de después, aunque con las nuevas leyes civiles quizá hasta esto haya cambiado. Además, que la Iglesia guarda ilimitada comprensión para la debilidad de la carne, sobre todo si la carne es eclesiástica, ya ha quedado nítido en los casos de pederastia. A algunos esta defensa del placer carnal les suena a gloria. Mejor para ellos. No sé si Knotz ha sido cocinero antes que fraile pero no importa. Santa Teresa, la de Ávila, con sus éxtasis y arrebatos -miren la escultura de Bernini-, ya lo había descubierto. Ella solita, creo. Aunque luego aseguró que Dios estaba entre pucheros. Total, que lo de Dios, o lo del orgasmo, ya no sé, debe andar entre la cocina y la cama. Por el pasillo, más o menos.
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