lunes, 2 de agosto de 2010

LOS DERECHOS DE LOS SERES VIVOS


Prohibición de las corridas de toros

Durante los últimos meses, decenas de miles de hombres y mujeres han estampado su firma reclamando pacíficamente la prohibición de las corridas de toros.

El Parlamento catalán, portavoz de la soberanía popular en su Comunidad, ha refrendado libremente esta petición ciudadana. Pocas iniciativas atesorarán una mayor transparencia y pureza democrática.

Como era de esperar, tanta democracia no ha sentado bien a nuestra derecha casposa. En Madrid, a la condesa de Murillo Esperanza Aguirre Gil de Biedma, Grande de España, le ha faltado tiempo para cotorrear: “…esta decisión pretende romper lazos con España”.

Pero algo de razón lleva, las iniciativas emanadas espontáneamente del pueblo y refrendadas por parlamentos donde los diputados gozan de libertad de voto, rompen lazos con “su” España, una España de espionaje, saqueo de los servicios públicos en beneficio de cuatro mangantes, corrupción generalizada, privatizaciones ruinosas, estaciones de AVE en terrenos de la familia…

Ahora bien, fuera de ese contexto, el planteamiento de “España se rompe” aplicado a los toros no resistiría el análisis de un oligofrénico.

Así, en Canarias, las corridas se prohibieron en 1991 y, que yo sepa, las islas no se han constituido como República independiente. Por lo demás, resulta habitual que la normativa de múltiples materias varíe en función de cada Comunidad Autónoma.

Por ejemplo, Andalucía regula el derecho a una muerte digna. En Madrid, por el contrario, los pacientes terminales agonizan aguijoneados de dolor ya que “Jesucristo no recibió cuidados paliativos”. No parece que estas diferencias legales “rompan lazos con España”.

A su vez, en Aragón es preferente por ley la custodia compartida. Si hay algún paso fronterizo en esa Comunidad Autónoma yo no lo he visto.

Madrid, Murcia y Valencia, desgobernadas con mayoría absoluta por el Partido Popular, han boicoteado el programa de ordenadores portátiles en las aulas. El daño a la educación de millones de niños es flagrante pero no creo que los lazos con España hayan quedado rotos por ello.

Los ejemplos serían interminables, de modo que solo cabe deducir que el zafarrancho político y mediático de la derecha se orienta hacia la agitación de bajas pasiones, populismo, hechos diferenciales y odio soterrado al sistema autonómico y a las iniciativas legislativos del pueblo.

Y, por supuesto, la gresca ha servido para lanzar cortinas de humo sobre el auténtico motivo de la prohibición: la larga lucha social y jurídica de miles de ciudadanos contra las prácticas que degradan no solo a los animales sino a las sociedades que las jalean.

En este sentido, en 1978 se aprobó la Declaración de Derechos de los Animales por la ONU. Espero que a la condesa Aguirre no se le ocurra reeditar aquello de “Si ellos tiene onu, nosotros tenemos dos”. Aunque no me extrañaría en ella.

No existe, por tanto, ninguna conspiración catalánico-masónica-izquierdista para destruir España, “sus valores eternos” o su “riqueza cultural”. No, repito, no hay conjura ni Maquiavelo entre bambalinas, la explicación es mucho más simple, e infinitamente noble: arrancar de cuajo la crueldad y el sufrimiento a seres vivos que cuentan con un sistema nervioso similar al nuestro.

Ya sé que el sin par Mayor Oreja atribuye la iniciativa ciudadana y el refrendo parlamentario a “una venganza por los triunfos de la selección española”. Pero debemos ser comprensivos, tal vez en aquellos momentos algún bromista cambió al sufrido político vasco el puro por un porro. Otra explicación no se me ocurre.

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor
Blog de Gustavo Vidal Manzanares

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