martes, 31 de marzo de 2009

EL OLOR DE LA LIBERTAD


ARTÍCULOS DE OPINIÓN


CORAL BRAVO
27/03/2009




Madrid ya no huele a libertad

El olor es uno de los indicios que nos sumergen en la realidad sin el filtro de la razón o el intelecto. Todos guardamos nítidos recuerdos de nuestros primeros años por los olores y aromas que habitaban nuestro entorno y que se convierten en símbolos de nuestro pasado; el olor a hierba fresca, a tierra mojada, a madera de lápiz y tiza..., el olor a madre, a mañana de verano, al odioso jarabe para la tos, a la lluvia en primavera..., se han quedado guardados en la retina de nuestra memoria inconsciente y nos evocan, más incluso que las imágenes, momentos o personas importantes de nuestras vidas.

La otra noche estuve viendo el documental de Ruiz Barrachina, recientemente premiado en el Festival de cine de Montreal, titulado "Orson Wells y Goya"; magistral documental en el que el director nos muestra imágenes inéditas rodadas por Wells en la España triste y gris de los cincuenta. Con esas imágenes de fondo, distintos testimonios de personalidades del mundo del cine y la cultura, exponen los paralelismos en las vidas de los dos genios: ambos escaparon del amparo de la cultura institucionalizada, ambos denunciaron injusticias y miserias del poder, ambos defendieron la libertad, ambos fueron perseguidos, ambos vivieron exiliados y murieron dejando tras de sí la estela de la innovación y de la transformación de los esquemas precedentes.

En resumen, el documental se constituye en una mirada, a través de las lentes de la cámara de Wells, de los años de la dictadura, como símbolo del pasado totalitario, siniestro y represor de una España secularmente sometida a los dictados de la tiranía, de la mentira y de la pobreza intelectual e ideológica, aunque siempre rezumante de la grandeza de sus gentes y de su cultura noble, sencilla y popular.

El poeta Félix Grande alude, en una intervención final a modo de epílogo, al olor que había en esa España de la dictadura en que Wells rodó sus imágenes, y dice literalmente: "...Olía a miedo. El miedo huele...; tiene un olor parecido al moho. Las dictaduras huelen. Huelen a algo nauseabundo, lento, desesperante. Y cuando uno ha conocido ese olor, ya es muy difícil sentirse cómodo en ningún lugar del mundo donde huela a tiranía..."

En los últimos años de la dictadura yo era una niña, y apenas recuerdo nada que no fuera de mi entorno más cercano; pero sí me doy cuenta de que conservo sensaciones sutiles de ese olor que menciona el poeta, olor a pensamiento único e impuesto, olor a cortedad intelectual, a falta de alegría en el ambiente, a novenas, misas y escapularios, a caras rígidas y tristes, a color gris y negro; olor continuo a incienso y a miedo, olor a opresión y a dogmatismo. Y, por cierto, en los últimos años tengo la sensación de que Madrid tiene un olor diferente..., y no es, precisamente, olor a progreso, ni a alegría, ni a democracia, ni a libertad.

Coral Bravo es Doctora en filología y miembro de Europa Laica
elplural.com

ILUSTRACIÓN DE GALLO TRICOLOR

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