Iglesia Católica culpa a las mujeres por su forma de vestir de los abusos que sufren.
Lorena Aguilar Aguilar
Lorena Aguilar Aguilar
En una de sus últimas declaraciones, la Arquidiócesis Primada de México nos dio una receta efectiva para acabar con las violaciones y abusos que día a día sufrimos las mujeres en este país y en el mundo entero: dejar de usar minifaldas y taparnos el escote.
De acuerdo con la Iglesia, para que las mujeres ya no seamos víctimas de más agresiones sexuales “no debemos usar ropa provocativa, cuidar miradas y gestos, no permanecer a solas con un hombre, aunque sea conocido, no admitir chistes o pláticas picantes, no permitir familiaridades con el sexo masculino y pedir ayuda cuando se sospeche de una mala intención” (La Jornada, 13 de agosto de 2008), sólo falto recomendar que nunca salgamos de nuestras habitaciones o usar burka islámica para poder pisar la calle, ya que de otra forma no merecemos ser respetadas por el sexo masculino.
Rayando en el colmo de la ignorancia, con esta declaración, la propia Iglesia justifica y le da la razón a los violadores, es decir, si una mujer usa una falda sobre los muslos o una blusa en la que se enseñen el nacimiento de los senos, cualquier hombre esta autorizado para abusar de ella, las mujeres no somos libres de decidir sobre nuestra persona, tenemos que actuar de acuerdo a las normas de una institución que día a día se vuelve más arcaica ya que de otra manera seremos con justa razón el blanco de cualquier tipo de agresión.
En artículos anteriores he hablado acerca del terrible daño que ha ocasiono la “doble moral” y hoy nuevamente hago hincapié en ello; resulta absurdo y risible que se pretenda culpabilizar a las mujeres por nuestra forma de vestir, actuar y que se proteja, defienda y justifique el machismo retrógrada imperante, es decir, basta ya de fomentar el machismo, la misoginia y el patriarcado, las mujeres podemos vestirnos como queramos, los hombres tienen que respetarnos, ¿acaso es más grave poseer senos bonitos que violar a una mujer?.
Para la Arquidiócesis mexicana es más importante tapar el cuerpo femenino, el cual es visto como algo pecaminoso de lo cual debemos avergonzarnos, que educar a la sociedad machista en la que nos desenvolvemos; la sociedad patriarcal que nos avasalla no es el problema, el problema somos nosotras, al menos, así es como lo ven ellos, sin embargo creo que como sociedad, nos ha llegado el momento de avanzar y dejar atrás los conceptos retrógradas acerca del cuerpo femenino. No somos objeto de nadie y ningún sacerdote tiene derecho a decidir sobre nosotras. Mucho menos una institución tan desprestigiada por sus abusos cometidos como lo es la Iglesia Católica.
La Iglesia apela al pudor de la mujer, sin embargo, con ello sólo fomenta, aun más, la opresión, violentando nuestro derecho a decidir sobre nuestra persona, nuestros hábitos; pero el hombre abusador no tiene que guardar el pudor, él puede disponer del cuerpo, la voluntad y la dignidad de una mujer a su antojo, como si de cualquier objeto se tratase.
La interpretación que le dí a esta declaración, la cual se puede leer en la página de la Arquidiócesis Primada, es que las Muertas de Juárez, las mujeres que han sido violadas durante represiones policiales como las de Atenco y Oaxaca, las indígenas que han sufrido abusos por parte del ejercito, las sexo servidoras que día a día son hostigadas por los encargados de mantener el orden en las ciudades, las mujeres trabajadoras que constantemente sufren de acoso por parte de sus jefes, empleadores o compañeros de trabajo y todas las mujeres que en algún momento hemos vivido una situación de abuso, somos las únicas culpables. No hay más discusión. Ahora yo me pregunto ¿los niños que fueron abusados por Marcial Maciel; y demás sacerdotes retorcidos; también se tuvieron la culpa?
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