viernes, 17 de julio de 2015

OPERACION OGRO, EL SALTO DE CARRERO BLANCO

OPERACIÓN “OGRO”: E.T.A. HACE EL TRABAJO SUCIO DE LA C.I.A.

OPERACIÓN “OGRO”: ETA HACE EL TRABAJO SUCIO DE LA CIA
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En 1973, Carrero Blanco era el hombre fuerte del tardo-franquismo, de quien se esperaba que fuera el sucesor del dictador. Anti-O.T.A.N., anti-bases norteamericanas, anti-masón, anti-sionista, y anti-un montón de cosas, estaba rodeado de enemigos que buscaban neutralizar su enorme poder. Un “dossier” de la C.I.A. -que llegó hasta el escritorio del presidente Nixon- recogía el parecer de un alto cargo español de Exteriores: “Lo mejor que podría surgir de esta situación es que Carrero desapareciera de escena” (frase que, al parecer, alguien subrayó en el informe).
Los E.E.U.U. temían en particular que Carrero bloquease la renovación de la presencia de bases militares norteamericanas en suelo español (el permiso para su establecimiento estaba a punto de expirar). Una aparente confluencia de intereses hace que el presidente del gobierno esté a la vez en el punto de mira de los servicios secretos norteamericanos y de E.T.A., que con su asesinato logra un importante salto cualitativo y su ascenso a la “premier league” del terrorismo internacional.
Para llevarlo a cabo, un comando etarra (Zigor, Wilson, Kiskur y Atxulo) se instaló en el 12 “C” de la calle Mirlo 1 de Madrid, donde fueron visitados por Ekerra, el “hombre fuerte” del PNV dentro de ETA. El portero del inmueble dio parte de la presencia de unos jóvenes vascos sospechosos al Servicio de Información, la policía secreta de Franco, pero cuando ésta se disponía a entrar en el piso el propio Director General de Seguridad, Eduardo Blanco, abortó la operación. ¿Por qué una instancia tan alta protegió al comando etarra?
Henry Kissinger estuvo de visita en Madrid los dias 18 y 19 de diciembre de 1973 para convencer a Carrero de facilitar la renovación de las bases de Torrejón, Rota y Morón y el ingreso de España en la OTAN, argumentando el riesgo que la animadversión del Magreb suponía para España. Carrero respondió desvelando al secretario de Estado norteamericano el proyecto “Islero”, el plan para que España desarrollase autónoma e independientemente su arsenal nuclear. Tal vez este gesto selló su condena a muerte. Kissinger salió de Madrid el dia 19 urgido por la CIA. El dia 20, a las 9´36 de la mañana, el coche de Carrero, un Dodge Dart voló sobre el número 104 de la calle Claudio Coello.
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Reunión entre Carrero Blanco y Henry Kissinger
En su libro, “El precio del trono”, Pilar Urbano subraya la “coincidencia” de que los cambios del comando etarra se correspondían con los cambios en el calendario del doctor Kissinger. ETA iba a actuar el 18, cuando la visita de Kissinger estaba programada para los días 21 y 22. Al adelantar Kissinger su viaje al 18 y 19, ETA retrasó el magnicidio al dia 20.
ETA cavó el túnel para el explosivo en las mismas inmediaciones de la embajada norteamericana, algo que no pudo pasar desapercibido a la seguridad de la legación, dotada ya entonces con sismógrafos extremadamente sensibles. ¿Se decidió permitir el atentado, o fue éste directamente planificado por los servicios secretos norteamericanos? Hay datos que permiten suponer que la excavación misma fue modificada al margen de lo preparado por el comando para facilitar el magnicidio. Además, la potentísima explosión (a 29.000 kms./h., 23 veces por encima de la velocidad del sonido) sugiere el uso del explosivo militar plástico C4, que solo se fabricaba en E.E.U.U. para uso exclusivo de sus fuerzas armadas.
ETA confirmó en Burdeos haber utilizado dinamita Goma-2, pero la instrucción judicial (como ocurriría después en el caso 11-M) desmentía su versión. El juez instructor, magistrado De la Torre, siempre sospechó que la CIA completó el chapucero trabajo del comando etarra (por cierto, el fiscal de esta instrucción, Fernando Herrero Tejedor, moriría años después en extrañas circunstancias).
E.T.A. no estuvo, al decir de Pilar Urbano, infiltrada por la C.I.A., tal como sí lo estuvo décadas después por el CESID. Los previsibles contactos entre ambas organizaciones se lograrían merced al SIV (Servicio de Inteligencia Vasco, dependiente del P.N.V. y organizado por el FBI y la OSS, Oficina de Servicios Estratégicos, antecesora de la CIA), a los jesuítas vascos, o a ambos.
El explosivo y la infraestructura para asesinar a Carrero Blanco fueron, sin duda racional posible, facilitados por la CIA. El comando actuó como pantalla de una operación para la que, según todas las fuentes, carecía de capacidad. No sería ni la primera ni la última vez. Además, tenemos el “aviso” previo del siniestro Kissinger, quien años después “advertiría” a Aldo Moro y a Olof Palme del riesgo personal que asumían con sus actitudes políticas, tan solo días antes del secuestro del primero (concluido en asesinato, 1978) y del magnicidio -nunca esclarecido- del segundo (1986).
Fuente: http://astillasderealidad.blogspot.com.es/

 

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