domingo, 18 de enero de 2015

LIBERTE, EGALITE. ESTUPIDITE



LIBERTE, EGALITE, ESTUPIDITE

- Cuantos criticastros están naciendo de las larvas del humor y se están haciendo semejantes al verso de la legitimidad criminal e inquisidora o del fundamentalismo lapidador y degollador que son la legitimidad de esos dos grandes Señores del cielo, que por ventura y desventura nos esperan desde el nacedero hasta la mortaja, dándonos a mamar esa cierta mezcolanza de terror y libertad con la que nos emborrachan y cometen la barbarie de siempre, que es: venir y cogernos y caparnos, como dice Celio.

- Dios eterno! El hombre con el hombre tal barbarie, replica Saturna.

- Ahora, sigue Celio, por legitimidad del terror, los gobiernos de las naciones se muestran generosos y nobles, y, en premio, con gratitud, quieren al ciudadano elevarle hasta el cielo por la mordaza, la pedrada, y la represión.

- Vaya pan con hostias, interviene Gustavo, respondiendo a la pregunta que le ha hecho Asunción de Fuenterrabía, cortándoles la plática a Celio y Saturna, sobre qué le parece lo sucedido en Francia.

            Hace una pausa, traga saliva y sigue:

- Liberté, Egalité, Estupidité, con mayúsculas, eso es lo que a mí me parece. Que unos sujetos “cogolleros”, criminales, que tienen gusarapos o están llenos de ellos, muy inmundos y corrompidos, traigan en jaque de muerte a las naciones, sí que clama al cielo. Ellos se han despachado a su gusto haciendo el mal, pero lo de los señores de la guerra que hacen iguales o parecidas operaciones ¿por qué lo llamaremos la legitimidad a esa su manera de actuar?

- Unos, responde Saturna, aprecian la belleza de la libertad, otros la fealdad en cualquiera de sus formas, y si es con el crimen, mejor. El hombre es siempre, desde Gunderico, rey de los vándalos, y mucho más antes, guerrero, criminal,  y hace las cosas a la medida de sus deseos.

            Hace una pausa, y sigue:

- Al gusto dañado y estragado  del mundo árabe, lo dulce de la libertad es amargo; y al mundo “civilizado” le encanta dar palos y matar. Para los unos, los gustos civilizados merecen palos; para el otro, más vale un gusto que cien panderos.

- Cuadrilla de gentualla, exclama Romeo, y, a su vez, tropas de corchetes y alguaciles quienes, por el hecho de abrir su cola el pavo silvestre, le quieren tronchar el cuello y echarle en costal, como siempre hicieron los rocines feos y con resabios defensores de la falsa fe y la impostura por la gusanera de su pasión dominante de creer y matar por creer.

- Esto ha sido una descalabradura, replica Calepino. Y recuerdo las palabras que dicen que dijo el por desgracia famoso genocida alemán, cuando inauguraba los campos de concentración  y los hornos crematorios con beneplácito de la iglesia: “el terror es el único sentido con el cual se percibe y aprecia el sabor de la vida”.
- Vaya gusarapo, dice Celio, ese animal criminal que como todos los gusanos de la muerte se crían en el agua estancada de las naciones siempre en descomposición.

- Son, replica Saturna, como todos los gurruminos que miman y contemplan excesivamente su fe y ardor, con el que sienten en su paladar el sabor de la represión, dominar y matar.

- La Biblia de Gutenberg, dice Gustavo,  llamada “de los cuarenta y dos renglones” está cubierta de sangre, lo mismo que el Corán.

- Pero yo, replica con humor Calepino, me quedo con Borak, la Burra de Mahoma, y con el Asno capuchino del de Asís, conocedores ambos de que sólo el Rebuzno sube al Cielo.

-Daniel de Cullá

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