07 DE NOVIEMBRE DE 1823: ES AHORCADO EN MADRID EL GENERAL RAFAEL DE RIEGO, LÍDER DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL DE 1820.
Luego de haber sido tomado prisionero por las tropas absolutistas, apoyadas por fuerzas francesas, salvajemente torturado y llevado al centro de la Plaza de la Cebada, en el casco antiguo de Madrid, arrastrado por el suelo, recibiendo insultos, escupitajos y toda suerte de vejámenes de parte de una enardecida muchedumbre pro-monarquista, fue conducido a la horca, que desde hacía días se estaba preparando para satisfacer la curiosidad de la gente sumisa y fervientemente católica.
Luego de haber sido tomado prisionero por las tropas absolutistas, apoyadas por fuerzas francesas, salvajemente torturado y llevado al centro de la Plaza de la Cebada, en el casco antiguo de Madrid, arrastrado por el suelo, recibiendo insultos, escupitajos y toda suerte de vejámenes de parte de una enardecida muchedumbre pro-monarquista, fue conducido a la horca, que desde hacía días se estaba preparando para satisfacer la curiosidad de la gente sumisa y fervientemente católica.
Rafael de Riego era masón, ligado por lo tanto a los próceres
libertadores de América, odiado como ellos por los conservadores
religiosos.
Tanto su vida como su muerte lo hermanan con el guerrillero chileno Manuel Rodríguez y con el también chileno General José Miguel Carrera, fusilado este último en Mendoza en 1821.
La sentencia condenatoria ordenaba que, después de su ahorcamiento, Riego debía ser decapitado y los miembros del resto de su cuerpo cercenados, para ser repartidos en todos los lugares de España donde había protagonizado la revolución. Idéntico destino tuvo su hermano masón chileno José Miguel Carrera, que también fue descuartizado y su cuerpo repartido en las provincias argentinas en las que quiso imponer una República Federal.
La Historia aún no ha hecho la merecida justicia a la memoria de Rafael de Riego, precursor de la República y solidificador de la Emancipación Americana.
Tanto su vida como su muerte lo hermanan con el guerrillero chileno Manuel Rodríguez y con el también chileno General José Miguel Carrera, fusilado este último en Mendoza en 1821.
La sentencia condenatoria ordenaba que, después de su ahorcamiento, Riego debía ser decapitado y los miembros del resto de su cuerpo cercenados, para ser repartidos en todos los lugares de España donde había protagonizado la revolución. Idéntico destino tuvo su hermano masón chileno José Miguel Carrera, que también fue descuartizado y su cuerpo repartido en las provincias argentinas en las que quiso imponer una República Federal.
La Historia aún no ha hecho la merecida justicia a la memoria de Rafael de Riego, precursor de la República y solidificador de la Emancipación Americana.
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