Punto y seguido
Nazanín Armanian
Guerra contra Siria: El ‘plan B’ de la agenda oculta de Obama
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Los cazas de EEUU están
bombardeando Siria, matando a decenas de civiles, entre ellos niños.
Todo, sin la autorización de Damasco o de la ONU, pisoteando el derecho
internacional. Por ser quien es el verdugo y quienes son las víctimas,
la CNN o la BBC no han mostrado los vídeos ( si los hubo) de su muerte.
Por la misma razón tampoco habrá condenas ni movilizaciones contra el
terrorismo de estado practicado con total impunidad por EEUU y sus
socios, que en las últimas décadas han arrancado la vida a cientos de
miles de iraquíes y afganos, pakistaníes, yemeníes o sudaneses, por
citar algunos pueblos. Israel también ha aprovechado la situación,
derribando un bombardero sirio que atacaba las posiciones del Frente
al-Nusra. ¿De qué lado esta Netanyahu? ¿Por qué la ‘comunidad internacional‘ no ha condenado esta agresión a un Estado soberano?
Estamos ante la séptima agresión militar
de Barak Obama a un país que además y ‘accidentalmente’ también es de
mayoría musulmana. No es que el presidente quisiera desmentir así las
acusaciones del Tea Party sobre su afinidad religiosa -si no atacaría
Indonesia o Arabia Saudí-, sus motivos son otros: Dominar Eurasia Heartland; controlar la totalidad del levante mediterráneo –que fue también uno de los motivos para derrocar a Gaddafi;
humillar a Rusia en su zona de influencia; destruir el Ejército sirio,
por sus vínculos con Rusia, como ha hecho con las fuerzas armadas de
Irak y Libia, y lo hará con la de Ucrania; impedir la construcción del megagaseoducto Irán-Irak-Siria;
triunfar en el terreno bélico y controlar militarmente el mundo para
compensar el fracaso en lo económico; empujar el precio del petróleo al
alza perjudicando a China; anular aún más a la ONU y acorralar a Irán por los cuatro costados.
Con estos objetivos, en 2007 EEUU puso en marcha el ‘Plan A’ contra Siria, que consistía en:
* Realizar operaciones encubiertas,
financiar al ala derecha de la oposición con el fin de derrocar a Asad;
montar bandas criminales para provocar el terror entre la población y
generar el desgobierno.
*Crear y armar a los grupos terroristas a
los que llamaron “rebeldes”, los mismos que arrancaban el corazón de
los soldados sirios para comérselos, y a los que pasaron a denominar
“extremistas asesinos” cuando mataron a los periodistas occidentales.
Son la viva imagen de los escuadrones de muerte de Latinoamérica en los
ochenta, adiestrados por John Negroponte, quien en 2003 organizó en
Irak las “Fuerzas Especiales”.
* Convertir Siria en una trampa para los países rivales de Israel en la zona.
*Realizar atentados de bandera falsa,
como el episodio de los gases químicos del 2013, para culpar a Asad como
‘causa belli’ y lanzar una ataque militar contra Damasco. Según 12 ex-agentes del Gobierno de EEUU
el Ejecutivo de Asad no estaba implicado. Además, el veto de Rusia a
una intervención militar, así como la ausencia de una alternativa capaz
de gobernar el país (y a pesar de poder acabar con Asad con uno de estos
“asesinatos selectivos” -, la inutilidad de las conferencias de Ginebra
I y II, y el temor a una situación caótica en la frontera de Israel,
hicieron fracasar esta fase de la ‘Operación contra Siria’, aunque
sirvieron para militarizar la región y permitieron instalar misiles
Patriot en Turquía.
“Plan B” en marcha
Consiste en:
* Trasladar el “califato americano” del
Estado Islámico (EI) de Siria a Irak, dejando que ocupara tranquilamente
unos 90.000 kilómetros cuadrados de ambos países, aterrorizando a cerca
de ocho millones de personas.
* Organizar una campaña de propaganda
sobre la crueldad del EI, como hizo con las lapidaciones de los
talibanes para justificar el ataque “liberador” a Afganistán, o la
matanza de bebés kuwaitíes por Saddam Husein en 1991. Por no hablar de
la farsa del envío de Ántrax a EEUU, y las tristemente famosas armas de
destrucción masiva inexistentes del 2003.
* Desempolvar el acuerdo militar que trapicheó con Irak, y que le permite “reocupar” el país cuando lo considere oportuno.
*Apartar de forma fulminante a Nuri al Maliki, por su oposición al uso del territorio iraquí paraa lanzar ataques contra Siria.
* Romper el tabú de bombardear Siria,
para lo que el año pasado Obama no pudo conseguir apoyos, ni dentro ni
fuera de su país. Ahora, en el medio del caos, si ‘de repente’ alguien
asesina a Bashar al Asad, ¿quién llorará por él? ¿Puede ser esta la
promesa de Obama al Rey Abdulá en su viaje a Arabia Saudí,
a cambio de que no sabotee el acuerdo nuclear con Irán? “Siria para tí e
Irán para mí… que por algo soy la superpotencia”. EEUU sabe que Damasco
no puede derribar los aviones que invaden su territorio. La zona bajo el control del EI, una vez ocupada por los soldados dirigidos por EEUU, le servirá de base de operaciones para actuar en toda Siria.
* Continuar con el Proyecto del Gran Oriente Medio,
cambiando fronteras y regímenes. Washington enviará tropas a Irak, la
mayororía árabes y pakistaníes, para que maten a los árabes y
pakistaníes del EI. Una vez borrado del mapa a Irak y Siria como
estados, serán tratados como “escenario de operaciones Ir-Sir”, para que rime con Af-Pak, otros dos estados convertidos en “áreas” durante el capítulo anterior del montaje de la lucha contra el terror.
* La masiva expulsión de las minorías étnicas y religiosas de sus hogares que está llevando a cabo el EI está en la línea del Plan Biden: ‘Divide, vencerás y gobernarás‘. Rompen los estados grandes, agrupan a sus gentes en zonas determinadas para levantar los mini estados que han diseñado. En Irak, con cerca del 30% de los matrimonios mixtos, se
repetiría el drama de Yugoslavia: decenas de miles de personas se
verían forzadas a matarse y separarse para que cada país agresor tenga
su parte del pastel. Cierto es que esto puede suceder en un caldo de
cultivo como el profundo descontento de las minorías de las sociedades
de la región, que sufren hondas desigualdades económicas, étnicas,
sociales, políticas y religiosas.
* Que de repente aparezca en la prensa un
grupo islamista llamado Jorasan, más peligroso que Al Qaeda y el EI
-asusten, asusten!- tiene mala pinta, y no sólo por la capacidad de la
CIA de fabricar en cadena grupos terroristas, sino porque Jorasan
-Tierra del Sol en persa- era el nombre de la región que incluía,
durante el imperio de Aqueménides, parte del Irán actual, y el resto de
los “stanes” de Asia Central, aunque hoy es la denominación de una
provincia situada en el noreste de Irán. ¿Significa que esta banda
operará en Asia Central e Irán?
EEUU, así pretende reestructurar Irak a
su gusto, dominar sus recursos, consolidar sus posiciones en la región, y
de paso chantajear a Rusia y China en otras zonas del planeta.
¿Tercera Guerra mundial?
Algunas fuerzas pacifistas están
advirtiendo de una posible guerra mundial que incluiría el uso de armas
atómicas. Advertencias bienintencionadas, que sin embargo rebajan la
gravedad de las guerras locales. ¿Parece poco que cerca de 90 millones
de personas (solo en Afganistán, Irak, Siria y Gaza) hayan vivido los
continuos bombardeos de sus mundos en los últimos años?
Por otro lado, no hay indicios de que los
BRICS+Irán quieran ni puedan frenar dichas acciones militares de la
OTAN. Es más, sorprende que China y Rusia no hayan exigido una reunión
urgente del Consejo de Seguridad para discutir la agresión de EEUU e
Israel sobre Siria. A pesar de que ambos países fueron muy perjudicados
con la pérdida de influencia en Irak, Afganistán, Sudán, Malí, Libia o
Ucrania, no tuvieron una reacción bélica. De hecho, si hubieran tenido
una capacidad militar considerable, la OTAN no se hubiera atrevido a
irrumpir en sus zonas de influencia de esta manera.
Moscú, tras perder a Ucrania, y la amenaza de desmantelar la Federación Rusa,
no puede involucrarse en Siria. Vladimir Putin, apretando la mano de
Petró Poroshenko, ha reconocido el resultado del golpe de estado
fascista en Kiev, y con ello el equilibrio de fuerzas: no se enfrentará a la OTAN.
Lo mismo en el caso de Irán, que con su pragmatismo ha demostrado que
no es ningún suicida. Algunas facciones (como la encabezada por el
poderoso Hashemi Rafsenyani que acusó al presidente sirio de haber
soltado el gas químico contra su pueblo) pueden utilizar a Bashar al
Asad como una carta en sus negociaciones con Arabia Saudí y EEUU.
Las élites de dichos países no están en
una lucha “de clases” con los dirigentes de la Alianza Atlántica.
Perecen al club de la burguesía global, unidos con los mismos intereses y
fuertes lazos económicos. Teherán, que inteligentemente ha preferido
paralizar su programa nuclear a cambio de no ser atacado, permitirá
dentro de poco las inversiones de las grandes compañías occidentales,
chinas, rusas y otras tantas, con total garantía de seguridad. Era lo
que la capital financiera mundial le exigía.
Por todo ello, a ninguna de las partes le
interesa una gran guerra que afecte al normal funcionamiento del
mercado. Otra cosa son las guerras locales y controlables de las que
vive el complejo Militar-Industrial de EEUU que recibe anualmente un
billón de dólares de presupuestos, mientras casi la mitad de la
población vive bajo el umbral de la pobreza.
Solo un movimiento internacional por la paz puede frenar la destructiva fuerza de OTAN, lograr que se disuelva.
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