EBOLA,
CREAMPIE ARZOBISPAL
En una casa rural, más bien cabaña
de pajas, en Monrovia, ciudad de la costa atlántica de Africa, capital de la
República de Liberia, que cogió su nombre recordatorio del presidente de los
Estados Unidos James Monroe, que gobernaba esclavizando negros y entonteciendo
y reprimiendo blancos, liberando a los negros de la costa para que a su vez
esclavizaran a la población indígena, copiando un modelo esclavista y represor,
el mismo que anima a todas las religiones, en especial el de la Secta VaticAnal , y que todavía anima en
cuerpo y alma a los norteamericanos, dando a luz un modelo de sociedad global
que aún pervive en todas las naciones del Globo terráqueo, está comiendo unos
palominos a la brasa su Arzobispo, señor, mon señor, si se le puede decir
señor, que tiene absoluta y entera jurisdicción sobre sus vasallos, su grey, su rebaño, para castigar con la caña de su doctrina,
absolver y perdonar a placer como un dios o rey, siguiendo la doctrina de la
Iglesia del embuste y la mentira. Otros caminantes o peregrinos, con y sin
sotana, le rogaban les admitiese entrar
en sus partes, que ellos le darían de la suya.
El arzobispo se excusó, comiendo los
palominos como un glotón con el ansia de no dar ni una parte a los peregrinos, como
hacen siempre, y diciendo:
Me han sabido a gloria. Vosotros conformaos con el olor; tirándose, al
tiempo, un gran cuesco, que ellos adivinaron místico, como después dijeron.
El arzobispo católico de Monrovia siguió
hablando:
Dios está enfadado con
Liberia. El Ebola es una plaga. Tenemos que rezar y pedir a dios por la
corrupción y los actos inmorales como el homosexualismo.
Los caminantes todos, incluidos los
curas párrocos, rieron. De entre ellos, surgió una voz clarividente, que dijo:
Achica, monseñor. La verdadera
plaga sois vosotros, como lo son toda la casta de políticos y politicuchos que
nos gobiernan. Vosotros, como vuestra iglesia, os adelantáis a Pascua,
celebrando cuando y como os apetece el día de la Resurrección del señor y la semana que le sigue. Que así me fue a mí
en el Seminario, cuando sodomizado, tuve que elevar mi plegaria al cielo y
decir en voz alta, “elevada la tengo hasta el señor”, haciendo el Vicario de mi
ano un buen Creampie y, entre jadeos, él
diciendo:
Como la reina Isabel de España a su moro de
compañía le decía, te digo a ti, chaval, que llegué tarde a una batalla ganada
al moro de Granada, apretando el moro, y haciéndome mirar, como tú no ves, para
Huesca.
.
Calló el joven para dar entrada a
uno más viejo, que, siendo cura, había
sido expulsado del Cuttington College and Divinity School, pero que siguió
ejerciendo de párroco en Greenville y Harper, que dijo:
El
Ebola es un monstruo marino al encuentro de un Ano santo, monseñor; y usted lo
sabe. Nosotros, en nuestras noches y días del sentido, salimos a pedir prestado
un galgo o una galga para cazar una liebre. Que nuestro juego más apetecible es
taparle a uno o una los ojos con una mano, y con la otra extendida, los dedos
arriba, hurgar el ano y el órgano, preguntando al niño o niña que se tiene
entre las rodillas, tapados los ojos: “Adivina quién te dio”.
Se cortó el más viejo al escuchar la
risotada de otro que fue alcalde, quien empezó a decir como cantando:
Jeje,
Jaja. Así que andome en la villa, fiestas principales, con mi ballestilla de
follar pardales, eh?.
Callaron todos, incluido el
arzobispo. El aire que se respiraba era como el de un prostíbulo que a cincuenta euros, sin copa, huele.
Levantando la mano el monseñor, como
si fuera a bendecirles, les pidió silencio, y les dijo; “yo creo que ya está
mamado”, dijo otro.
Tenéis
toda la razón, dijo el arzobispo.. Vivimos una gran mentira, y lo atestigua la
Historia de la Iglesia. Gracias a las hazañas de las guerras
de cruzada, de persecución contra el pensamiento libre y la razón, por la
gracia y malicia que nos viene de dios, os tenemos asidos por los pies con las
manos. Lo que más anima y apetece a nuestro Papa, por ejemplo, es ver adivinando
a todos esos beatas y beatos que ponen un morbo místico irresistible a sus
palabras en la plaza de San Pedro, en Roma. Que el plato fuerte de los curas sea
la homosexualidad y pedofilia, es un hecho. Somos encantadores andantes de serpientes
sexiness. Somos monstruos divinos en escenas diarias de auténtico porno
místico. Que al fin de cada salmo pedófilo, homosexual o de vaginal follaje se
canta Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto, por ordenación de San Dámaso.
Todos quedaron asombrados. De este
asombro callado, surgió la voz de un joven kiko, discípulo de Marcial Maciel,
jodedor de beatas y abusador sexual de menores, fundador de la asociación
seglar Regnum Christi y de la congregación católica Legión de Cristo, que dijo:
Anuncia,
padre monseñor, que Dios dará. Que como eres un pescador de coplas desnarigado,
ahora te voy a desnarigar, para que dios te castigue con lo que es la verdad,
agarrándole, al instante, de las pelotas, poniéndole sobre la barriga su pene
erecto.
Monseñor, se fingió morir de gusto,
y le dijo:
Apacienta tu mi mula, y goce yo; y tú si
quieres te corres, si quieres, no.
Los demás, casi al unísono,
afirmaron, marchándose:
Nos apeamos, padre, que no es cosa.
Daniel
de Cullá
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