domingo, 10 de febrero de 2013

LA CAIDA DEL IMPERIO MARIANO

La caída del Imperio Mariano

DEFENDIENDO EL IMPERIO
Cuando un edificio se construye sobre cimientos de lodo, o sobre un vertedero de basura o de intereses, está condenado a derrumbarse al más mínimo azote de viento. El “imperio” de la derecha española, el actual PP neoliberal, es un “edificio” construido sobre cimientos tan poco consistentes como para resquebrajarse cuando los apuntalamientos no sean lo suficientemente fuertes para frenar su desplome. Es un edificio que se empezó a cimentar, tal cual es ahora, allá por 1990, cuando Aznar fue nombrado presidente del PP (precisamente el mismo año que comienza la supuesta contabilidad B de Bárcenas), y remodeló la derecha española, según el ejemplo Bush, en el alejamiento de cualquier sustrato humanista, igualitario, demócrata o social; mientras se sumergía en los fangos del espíritu neoliberal, es decir, voraz, totalitario abusivo, corrupto y reaccionario.

El triunfo de Zapatero en las Elecciones generales, el 14 de marzo de 2004, inesperado para la derecha ya asentada en su trono, truncó los planes neoliberalizadores de la derecha aznariana, que tuvo que esperar ocho años para recuperar el poder perdido. Ocho años terribles en lo político que cualquier español que siguiera la actualidad nacional no olvidará nunca. Dedicó el PP esos ocho años a poner en práctica un plan siniestro y preconcebido de acoso y derribo, y empleó todas sus repugnantes armas de ataque mediático y dialéctico para desprestigiar a un gobierno que se encontró con grandísimas dificultades, no sólo por el contexto del neoliberalismo mundial, que se iba asentando con fuerza en Europa, sino, sobre todo, por esa oposición canallesca que no dudó en ejercer una batida cruenta, destructora, mentirosa y voraz. Y ahora todos conocemos las motivaciones en forma de sobre que alentaban, bajo cuerda, tales infames talantes.

A sólo un año y dos meses de ese 20 de noviembre que encumbró a Rajoy como presidente del Gobierno, en un triunfo electoral legal, pero algunos dicen que ilegítimo, España se desploma, y el edificio neoliberal parece tener los días contados. Los ciudadanos se han percatado de que el mensaje de adalid salvapatrias era una engañosa y burda estratagema, y de que los intereses verdaderos de los del PP están en el polo opuesto de los intereses del bien común y de los españoles.
El Imperio romano, al que el alude el título de este texto a modo de comparación irónica, se desplomó tras una etapa final de decadencia en la que la corrupción dominaba la vida pública de la época; pero hubo previamente otros períodos de gran esplendor. No hay lugar a comparación alguna; el “imperio neoliberal” es decadente en su propia concepción y estaba corrompido desde sus propios inicios. Supuestos sobres con sobresueldos, supuesta financiación ilegal del partido, burbuja inmobiliaria, cuentas de dinero negro, connivencia con constructores, banqueros y grandes empresarios; presuntos impuestos revolucionarios a grandes empresas, tramas mafiosas, amiguismos, alianza con ámbitos fundamentalistas, desfalco del dinero público, privatizaciones, cuentas en Suiza, regalos millonarios, financiación desmedida a organizaciones ultra, y toda la basura política y de gestión que acompaña a esas miserables actuaciones.
Lo niegan todo. Es de esperar. Lo extraño sería que lo reconocieran, y eso nunca lo harán. Pero lo cierto es que carecen de credibilidad alguna, que han corrompido las instituciones del Estado, que la ciudadanía está pidiendo a voz en grito la dimisión de este gobierno incompetente, corrupto, que ha asolado el país en solo unos meses, que ha llevado a límites insospechados de penuria a los ciudadanos y que está protagonizando el mayor escándalo de la democracia española. No lo digo yo, lo dice la prensa internacional.

De momento, España está en ruinas, y el mundo está mal, tras varias décadas de políticas neoliberales que aún gobiernan buena parte del planeta. No sólo necesitamos un cambio de gobierno, necesitamos una nueva Transición y nuevos paradigmas éticos. Por más que sea ignorancia y terrorismo dialéctico la consabida idea de “todos son igual” y el equiparar a Rajoy con Tomás Gómez, por poner un ejemplo, no sólo la derecha, sino todo el sistema está corrupto; en caso contrario, en alguna fase del camino se hubiera frenado la corrupción y la sinrazón. Pero no perdamos la esperanza, y, como decía el político y pensador inglés Samuel Fielden, “yo creo que llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado, libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones”. Más de un siglo después, estas palabras siguen estando vigentes.
Coral Bravo es Doctora en Filología
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