Carbón de los Reyes Magos
Documento con fecha
jueves, 03 de enero de 2013.
Publicado el
viernes, 04 de enero de 2013.
Autor: Coral Bravo.Fuente: El Plural.
Autor: Coral Bravo.Fuente: El Plural.
Hasta donde me llega la memoria, creo recordar que nunca me llegaron a
gustar las fiestas de Navidad. Ahora sé los motivos concretos, que
serían muy difíciles de explicar en pocas líneas, pero, en síntesis, no
soy muy dada a ese disfrute que no es sincero, sino amañado, ni a ese
amor al prójimo ficticio que es, a todas luces, un simulacro que esconde
la falta de amor y de solidaridad que suele ser la nota común, para
muchos, el resto de los días del año. Y en estos tiempos de penuria y de
grave retroceso ideológico y social se percibe de manera más que
evidente.
Por otra parte, la navidad y esa falsedad, que en la infancia intuía y
ahora sé como cierta, es una época realmente triste para millones de
familias y de personas de todo el mundo; … porque han perdido a seres
queridos, o porque carecen de recursos, o porque viven solas, o porque
son ancianos desatendidos, o por muchos y diversos motivos más. Si
hacemos cálculos, no son la mayoría las familias que pueden disfrutar
con alegría y abundancia de las fiestas navideñas. Sin embargo, por
supuesto, en la infancia había una excepción para mí en estos días de
excesos y matasuegras tan automatizados, el día de los Reyes Magos.
Imagino que todos recordamos con especial cariño esa noche de emoción y
de inocencia, en que la adrenalina no nos dejaba casi dormir pensando
que los tres reyes magos comerían de los trocitos de turrón que les
habíamos preparado, o beberían en nuestros vasos, antes de descargar los
regalos que les habíamos encargado. Nunca olvidaré a mi padre poniendo,
ante mis súplicas, una gran jarra de agua para el camello, y tres vasos
de licor a rebosar (el mío siempre era para Melchor), porque los reyes
llegarían cansados y muy sedientos de un viaje tan largo y un trabajo
tan duro para una sola noche.
Más tarde llega la decepción. Descubrimos una gran mentira. Y
desaparece la magia y la ilusión, pero aprendemos a justificarla en
nuestra mente, porque en ella no cabe la miseria de que alguien quiera
engañarnos o modelarnos a su antojo. Y reprimimos la desilusión, y la
normalizamos en nuestra conciencia. Más adelante vendrán otras grandes
mentiras y otras grandes desilusiones, mucho más duras e hirientes, pero
ya habremos aprendido la pauta de que hay mentiras de las que no se
habla, que son parte de una “norma” que no somos quién para cuestionar. Y
descubriremos que ni siquiera los reyes magos son originales del
cristianismo, y que ya en la antigua cultura egipcia existía una
tradición que hablaba de unos reyes llegados de Oriente que homenajeaban
con metales preciosos el nacimiento del dios Horus.
Y llega el momento en que en nuestras neuronas, confusas, se
entremezclan tradiciones, costumbres, mentiras y verdades, y muchos
deciden que no merece la pena desenmarañar una madeja que ya forma parte
irrebatible de nuestros esquemas y de nuestra realidad. Porque seguir
al rebaño es más fácil que ser valientes y buscar la verdad. Otros, los
menos, eligen cuestionar los dogmas y modelar sus ideas y sus creencias
en base a los conocimientos que van adquiriendo, porque valoran la
autenticidad, a sabiendas de que el mundo está ahí para descubrirle,
conocerle y disfrutarle, no para sufrirle yertos, sumisos e inánimes.
Y voy al grano, que de eso se trata: el pasado día 29, por iniciativa
de la Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro, se llevó a cabo la
3ª Concentración frente al Arzobispado navarro exigiendo la devolución
de los miles de bienes públicos que la Iglesia lleva años inmatriculando
a su nombre en los registros de la propiedad, no solo de Navarra, sino
de toda España. El lema de la concentración era “Mientras haya
expropiación os traeremos carbón”. Hicieron una representación paródica
de la llegada de los reyes de Oriente cargados de trozos de carbón para
esos que, mientras predican la austeridad, se apropian de los bienes del
patrimonio público, es decir, de los españoles.
Es curioso y muy significativo que las mismas esferas que promueven con
ahínco ciertas tradiciones, inoculando su imaginario en los demás, sean
las que más le ignoran e incumplen. Porque los Reyes Magos traen
regalos a los que se portan bien, pero traen carbón a los que se portan
mal, sobre todo a los que hablan de amor y caridad, de moral y de
humildad, pero sólo de cara al escaparate. ¿Tradición? No sé los demás,
por encima de la tradición mi compromiso vital está con la razón, con la
decencia, con la ética y con la verdad.
Coral Bravo es Doctora en Filología
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