AYER SAN JUAN DE LUZ, HOY LA JUNQUERA
Sexo en movimiento.
Ayer, bajo un régimen tijereta (cortapichas), que veía la paja en el
ojo ajeno, y no el pajón en el propio, el macho hispano al que se le
puede aplicar infinidad de calificativos relativos a su rumbo, con
viento fresco, y las más de las veces huracanado, marchaba a San Juan de
Luz, tras el olor que dejan como rastro las piezas de caza, a ver la
película El último tango en París, pieza franco italiana de 1972,
dirigida por Bermardo Bertolucci, y protagonizada por Marlon Brando y
María Schneider, dando vida a ese cierto hueso que tienen los perros
entre las orejas y los machos entre las piernas, que nos habita y nos
contiene, en cavidad grande e interior de una cosa hueca, aplicada más a
la yegua, vaca o hembra que se destina a la reproducción o goce,
sacando una y uno el vientre de buen año, aprovechando la coyuntura u
ocasión favorable para sentir mejor que de costumbre un macho
educastrado en seminarios y conventos, o para hacer ellas su agosto en
cualquier terreno referido al sexo aparecido al sur de Francia.
Si preguntabas al españolito que volvía a casa ¿qué tal la película?,
respondía: “De vicio”. Apostillando otro: “tras el vicio viene el
fornicio”.Y ja ja ja.
La película fue como huelgo de la
bala en el ánima del arma de fuego. Vanidad y jactancia de Amor amarrado
por un extremo a una estaca hincada en carne como palo enhiesto,
cabria, en una posición fija e inestable.
Hoy, La
Junquera, al sur de Francia y al norte de Cataluña, con viento de la
prosperidad, la crisis es un cuento chino, el viento de la victoria,
viento, en popa, en pompas, con fortuna, prósperamente, arrostrando toda
suerte de dificultades e inconvenientes, nos ofrece sus vinos y sus
carnes de burdel solicitadas con mucho ahínco y diligencia por los jefe y
súbditos de la camándula, personas de mucha trastienda, disimulada e
hipócrita, marca hispana choricera, seguidores de la doctrina de las
acémilas en acemilería u oficio antiguo de la Casa Real relativo al
cuidado de las acémilas, marchando los unos, jefes, a la caza y muerte
del elefante o elefanta, y los otros, los súbditos, a la caza del
conejo de mancebía, cual manceros, hijos de prostituta, y cantando,
rebuznando:” No hay tal cama como la de la enjalma, albarda”.El hispano
que baja a Barcelona va diciendo: ¿Queréis cola, alcaldesa buena? Comed
de La Junquera. Que no en Junqueras, localidad de la provincia de
Barcelona, donde en su monasterio, hoy medio derruido, notable por su
arquitectura, comieron cola de carnero Jimena Gómez, hermana del rey de
Asturias Alfonso el Casto, madre de Bernardo del Carpio, primera mujer
del Cid, por la que se peleó en desafío con l conde de Gormaz; y Jimena
Díaz, segunda mujer del mismo Cid, hija de un conde Don Diegode Asturias y sobrina del rey Alfonso VI, de quien cuentan muchas mentiras y valentías falsas.
Entre San Juan de Luz y la Junquera hay una diferencia como la de entre
la anomalía media y la verdadera de un astro o una estrella, un
empleado subalterno o una hija concubina. Que en la inscripción
cuneiforme de Asiria, muy anterior al Kama Sutra, vemos cómo se
introduce más o menos profundamente un órgano entre las partes de otro o
se adhiere a su superficie, dando a entender una cosa, indicándola
someramente y no tan someramente, haciendo la manifestación de un
instrumento, introduciéndole mañosamente en la cópula copernicana, como
así nos afirmaron, por un lado, Vigilancio, heresiarca natural de la
Galia, sacerdote en Barcelona, viajero por Palestina, que era contrario
a la veneración de las reliquias, a la vida monástica, y a los ayunos y
vigilias, y negaba los milagros; que fue combatido por Jerónimo por no
dejarse sodomizar en La Junquera.
Igual, Protágoras,
filósofo sofista discípulo de Demócrito, que viajó mucho y sostenía que
el hombre es la medida de todas las cosas; que todo, verdadero o falso,
puede igualmente demostrarse; que ley, virtud, verdad, todo
absolutamente es arbitrario y dependiente del modo de apreciarlo; que lo
mismo puede haber dioses que no haberlos; que lo mismo podemos ser
todos hijos de la gran puta o no serlo, lo queya es más
difícil, como dijo en San Juan de Luz, formando el aire en su ropa
fuelle hueco o ahuecamiento. No valiendo un pito los dos, pues no
tocaron pito en La Junquera, no tocando en ella pito ni flauta.
-Daniel de Cullá
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