GERINELDO FUENCISLA
Mi amigo Gerineldo es un caso. Su
sentimiento es el mismo toque de Campana en la alameda de la
Fuencisla, paseo escondido que bordea la muralla y el alcázar de
Segovia. El me cuenta orejeando, moviendo las orejas, que, cuando
estudiaba para Orden, sacramento de la iglesia mediante el cual se
consagran los ministros del culto, en el Seminario Conciliar de Segovia,
un día que se examinaba de latín había traducido aquel “qui tollit
pecata mundi”, en mala interpretación y dicción, por un “clitoris
pecata mundi”, pronunciado de viva voz en examen oral, de cuatro
palabras haciendo tres, lo que le valió una colleja en el pescuezo, que
aun hoy día le duele, teniendo que ir a confesar a darle al padre cuenta
de sus actos, y una gracia del Rector, por la sucesión natural de las
cosas, de vestirle con el hábito de Santiago y enviarle al cráter del
volcán de Popocatepetl, el Infierno, para que una vez allí, suplicase,
rogase, pidiese la salvación por su poco juicio, y consiguiese como
Itis, hijo de Teseo, muerto por Procne, convertirse en faisán o esfera
cristalina para cada uno de los padres superiores, que están sin madre o
hierro.
-Daniel de Cullá
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