GERINELDO FUENCISLA VENDE ORO
“! Que ha vuelto
Gerineldo¡”, son palabras de una aldeana viuda, que acababa de enterrar a
dos maridos, uno en el cementerio, otro dentro de la iglesia.
Ha venido de las Indias provocativo y lujurioso, cargado de piñones,
caracoles y cantáridas, pero no de oro; por eso, viene a vender el
relleno de oro que ocupa el hueco o picadura de tres de sus dientes y
dos de sus muelas.
Viene leyendo el Zendavesta, libro sagrado de
los adoradores del fuego en la religión de Zoroastro, donde Ormuz es el
nombre del principio del bien, y Arimán, el mal, Ormuz es un poco
malicioso, como todos los buenos, En un párrafo del texto leemos que le
dice a Arimán: “ Qué putas son las zorras, y además de eso no tengo
ganas”. El muy cuco lo decía porque no pudo alcanzar las uvas de una
mulata del Cuzco, en Perú.
Arimán es un poco zazoso, pronuncia las eses y las cees como zetas. “¡Y siempre pensando en lo mismo¡”, pensó Gerineldo.
Cuando bajó en la AT-4 del Aeropuerto de Barajas, el día era muy mojado
Había escuchado que por la Andalucía infeliz se habían desbordado
algunos ríos. Y por la Cataluña, a lo que había replicado un boyero
españolista: “Ojala se inunde toda”. Qué mala leche se cuece por acá,
se dijo Gerineldo. Un curita de Huete, en Cuenca le había escrito y
contado que por aquí nos gobierna un milagrero, que colgado lleva el
milagro. En la foto de él, que me adjunta, se le ve que está
contemplando ese espacio de terreno en una dehesa en que pueden
mantenerse mil ovejas o dos hatos de ganado Y me dice que dijo: “Hágase
el milagro, y hágalo el diablo”; y, al momento, aparecieron unas cuantas
de manifestaciones contra la crisis y los recortes. Y me sigue contando
que es muy milagrero, embauca a la gente con milagros fingidos, pues es
dado en creer en ellos. Que adora a la beata Merkel, en mimesis,
imitación de otros, que pronto será canonizada por el Euro y con el Euro
por crianza, Que es como el milabro azulado de la achicoria, y que, por
circunstancias dadas por gracia de la plebe, sale de rositas en
manifestaciones y huelgas, enderezando las orejas cuando ve algo que le
sorprende o le infunde recelo.
Que con respecto a
Europa, y gracias a su beata, se siente como un Milciades en la victoria
de Maratón sobre los persas. Millaradas se gastan en actos de
ostentación vana y de jactancia. Que la miseria avanza en un pueblo
holgazán, pues el toro de Osborne ni se mueve y sigue paralizado en la
montaña auque brame la vaca.
El taxi ha llevado a
Gerineldo hasta la iglesia de San Isidro, en Madrid. El, que fuera
tocador de órganos, piensa si tocar un organillo, tocar un órgano o un
organito, especie de tordo. Ya sabéis.
-Daniel de Cullá
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