lunes, 15 de octubre de 2012

GANÓ CHAVEZ, GANÓ EL PUEBLO

Cabecera de análisis de Benjamín Forcano

Dos modelos de sociedad en pugna
Capriles Radonski y Hugo Chávez
Las elecciones venezolanas han tenido una repercusión mundial y han demostrado tener pendientes de ellas a los grandes medios de comunicación social y a ciudadanos de los más remotos y diversos lugares de la tierra.
Una primera mirada en Occidente –Europa y Estados Unidos- recoge titulares, autores y comentarios que ensalzan al opositor Capriles auspiciando su victoria y que denigran a Chávez y silencian cuanto pueda realzar su figura y el proceso de la revolución bolivariana.
Imágenes reiterativas de la televisión y voces de la radio y la prensa han emitido interminables ondas de animadversión, insulto y reprobación de un lider al que se pinta como exgolpista , militarote, autócrata, populista excluyente, pervertidor de la democracia, gárrulo político, extravagante teatral, payaso, divididor de la unidad nacional, etc. Ondas que no nacen de la sociedad sino de la secreta oscuridad de los centros que odian a Chávez y a la revolución bolivariana.
Esta vez de las elecciones venzolanas aprendemos cosas importantes: en un mundo neoliberal globalizado, el poder y el dinero – las clases financieras, empresariales y políticas en que se encarnan-, no tienen fronteras, lo atraviesan y manipulan todo en su beneficio; arrampan con todo valor humano y ético, al no importarles nada eso que llamamamos dignidad humana y derechos humanos; su ley suprema es el mercado y en ella contabilizamos todos como mercancías; no buscan sino acumular capital y emprender la destrucción del los derechos sociales y la misión del Estado del bienestar.

Lo hicieron durante décadas en Venezuela con una destrucción que alcanzaba sobre todo a los más débiles y desfavorecidos, a los que olvidavan y dejaban caer, pues las desigualdades, injusticias y carencias que sufren son culpa suya, gente que hay que tener como inferior e indigna, irremediablemente sobrante. No hay alternativa: triunfan los fuertes, los destinados al éxito por la estirpe o la genética.
Afortunadamente, en este mundo está también o lleva camino de estar globalizada la dignidad humana y sus derechos, la información libre y veraz, el sentido universal de la justicia y de la solidaridad y podemos descubrir a los que nos quieren dar gato por liebre, mentira por verdad, democracia por dictadura económica.

Es lo más significativo: las elecciones de Venezuela han servido para descubrir, como en un espejo, a cuantos en una y otra parte, siguen con los viejos hábitos de la explotación, del racismo, de la invasión y colonización, de la dominación imperialista, de la ambición y avaricia egoistas. Y ha servido también para ver a cuántos se dejan someter y desempeñan un papel servil: por ignorancia, por engaño, manipulación, cobardía, chantaje, soborno, dimisión de la propia dignidad.
Pero, las cartas están bien marcadas y hacen imposible el juego sucio. Por eso, Chávez y la revolución bolivariana, no dejan a nadie indiferente, acabaron con la neutralidad ético política y nos tuvieron a tantos pendientes hasta el último momento. Chávez el 2 de febrero de 1999, el día de su investidura, afirmó: ”Juro delante de mi pueblo trabajar en beneficio de los más pobresa”, entonces la mayoría de los venezolanos.

El modelo social iniciado por Chávez
No es, pues, una casualidad que Chávez, limpia y democráticamente, llegue otra vez a la victoria. Venezuela con unos 28 millones de habitantes, y con un presidente carismático de 55 años, ha obtenido 1.600.000 votos más que su opositor Capriles: un 54, 42 % frente a un 44, 97 %.
Chávez comenzó por proponer un nuevo proyecto, un nuevo modelo de sociedad, y en pocos años ha demostrado con hechos que lo ha cumplido. Y lo ha demostrado poniendo al decubierto la tiranía que venía ejerciendo una amplia clase, egoista y refinada en su estilo de vida, frente a un más de 70,8 % de venezolanos que en 1996 vivían por debajo del umbral de la pobreza.
Chávez recuperó para su país las enormes riquezas que estaban bajo el poder de élites políticas y de empresas transnacionales. Los gobiernos anteriores habían procedido a privatizar todo indiscriminadamente. Domesticó los mercados y, apoyado por el pueblo, logró que el Estado se reapropiara de sectores estratégicos de la economía. Recupero la soberanía nacional y pasó a refundar una nueva sociedad frente a la anterior, autoritaria y elitista, que se creía dueña del pais.
No en vano, en pocos años, los logros hicieron que una mayoría de venezolanos, ignorada, pasiva y resignada, se hiciera visible y defendiera la identidad popular de la revolución bolivariana:
-Un 43, 2 % del presupuesto va dedicado a políticas sociales.
-La mortalidad infantil ha bajado a la mitad.
-En 1999 había más de 8.000 niños en la calle, hoy todos están atendidos por un cupo escolar.
-Venezuela ocupa el 5º lugar mundial en estudiantes universitarios y el 2º en América Latina.
-El analfabetismo ha sido erradicado.
-Se han construido 20 nuevos hospitales y 10 más están en contrucción.
-Junto con Ecuador Venezuela es el país que más ha reducido la tasa de la pobreza.
-La libertad de expresión, tan negada por la oposición, es una realidad obvia como lo atestigua el hecho de que el sector privado controla 61 de los 111 canales de televisión y el 80 % de la prensa, superando una audiencia del 61 %.
-La revolución amplía la democracia otorgando el voto a millones que antes no lo tenían y con unas elecciones tan legales y correctas que la ONU, la UE y la OEA no han dudado en reconocerlas como ejemplares.

Como escribe Ignacio Ramonet: “Políticas sociales, inversión pública, nacionalizaciones, reforma agraria, casi pleno empleo, salario mínimo, imperativos ecológicos, acceso a la vivienda, derecho a la salud, a la educación, a la jubilación… Chávez también se dedicó a la construcción de un Estado moderno. Ha puesto en marcha una ambiciosa política del ordenamiento del territorio: carreteras, ferrocarriles, puertos, represas, gaseoductos, oleoductos.
En materia de política exterior, apostó por la integración latinoamericana y privilegió los ejes sur-sur, al mismo tiempo que imponía a Estados Unidos una relación basada en el respecto mutuo… El impulso de Venezuela ha desencadenado una verdadera ola de revoluciones progresistas en América Latina, convirtiendo este continente en un ejemplar islote de resistencia de izquierdas alzado en contra de los estragos del neoliberalismo”.

Las elecciones de Venezuela, libres y democráticas, afrontaron el reto de una coordinación variopinta de más de 20 partidos, intentada hábilmente dentro y activada desde fuera por Wasghinton.
¿Puede extrañarle a alguien que integrantes de esta oposición, capitaneada por el superelogiado Capriles fuera la que en 2002 urdiera el golpe de Estado contra Hugo Chávez? ¿Puede extrañarle que haya sacado su odio y que, de manera análoga lo hiciera, como Ricardo Koesling abogado y secretario de finanzas del Partido Piedra, lo hizo en Radio Caracas: “Capriles será el próximo presidente de Venezuela y a los chavistas los vamos a sacar a plomo, a patadas, a votos, como sea?”.
Es mucho lo que se ha jugado en Venezuela. Sus eleciones libres y democráticas son una referencia emblemática para América Latina, el Tercer Mundo y también para el Primer Mundo. En ellas se demuestra cómo cuando un gobierno es de verdad popular, el pueblo se levanta, camina unido y es capaz de defender y preservar su revolución. Revolución que habrá de cuidar, desarrollar y perfeccionar en estos próximos 7 años.

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