martes, 13 de julio de 2010

ABUSOS EN LA IGLESIA BELGA

El sobrino de un obispo belga fue víctima de sus abusos ocho años

El prelado de Brujas dimitió antes de que se destapara el escándalo - Un amigo de la víctima difundió la denuncia en un correo electrónico

D. CARVAJAL / S. CASTLE (NYT) - Westvleteren - 14/07/2010

Detrás de una agresiva investigación a la jerarquía católica belga que ha suscitado la condena del propio Papa, hay una terrible tragedia familiar: un chico que había sufrido durante años abuso sexual a manos de su tío, el obispo de Brujas. El prelado dimitió bruscamente cuando un amigo del sobrino amenazó con hacer públicos los abusos y, ahora, queda la furia de casi 500 personas que se quejan de haber sido objeto de vejaciones por parte de sacerdotes.

La primera dimisión de un obispo europeo por abusar de un niño de su propia familia se produjo, de forma relativamente inesperada, el 23 de abril. El obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, de 73 años, el prelado de Bélgica con más años en activo, anunció su renuncia y reconoció que había abusado de un niño en su "entorno cercano". No tenía otro remedio: un amigo de su sobrino había enviado correos electrónicos a todos los obispos del país en los que amenazaba con denunciarle públicamente.

Durante casi un cuarto de siglo, dice el sobrino, hoy de unos 40 años, trató de contar a otros los abusos de su tío. Con los años, encauzó su rabia hacia la creación artística: imágenes gigantes y estridentes en madera retorcida o un montaje de un niño aplastado por un colchón.

El acoso comenzó cuando tenía 10 años, según un sacerdote jubilado, Rik Devillé, que dice que intentó advertir sobre la conducta del prelado al cardenal de Bélgica, Godfried Danneels, hace 14 años, pero recibió una reprimenda por ello. "Deje de hacer acusaciones infundadas contra la Iglesia y sus funcionarios si no tiene pruebas", le dijeron. No se sabe si el cardenal Danneels o alguna otra persona informó del caso en su día al Vaticano, al que también se ha acusado de no haber hecho nada al respecto.

El Vaticano aceptó la dimisión del obispo cuando estalló el escándalo en abril, pero no dijo nada sobre el caso hasta que la policía belga registró diversas propiedades de la Iglesia a finales de junio, un acto que el papa Benedicto XVI calificó de "deplorable". Un acto que ha destapado otros posibles casos de abusos contenidos en los documentos incautados.

El obispo Vangheluwe, que se retiró a un monasterio trapense, está siendo investigado por las autoridades belgas en relación con otro posible caso de abusos sexuales a menores y acusaciones de que ocultó quejas de ese tipo presentadas contra otros. La promesa pública del arzobispo de Bruselas, André-Joseph Léonard, de que la dimisión de Brujas señalaba el fin de los encubrimientos, animó a denunciar sus casos personales a más de 500 personas -en su mayoría hombres- en solo dos meses.

"Por primera vez, hay una generación de hombres que están contando que otros hombres abusaron sexualmente de ellos", dice Peter Adriaenssens, el psiquiatra que encabezó una comisión interna de la Iglesia sobre abusos sexuales. Adriaenssens , que dimitió el mes pasado después de que la policía confiscara todos sus archivos, destaca que muchos padres no creyeron a sus hijos cuando se quejaban e incluso llegaron a pegarles. "Se acalló a la sociedad", asegura.

El sobrino del obispo Vangheluwe sigue resistiéndose a hablar sobre lo sucedido: "Tengo miedo, y la Iglesia tiene mucho poder", dice, de pie junto a una imagen en madera de dos cabezas, una con una boca completamente abierta y gritando. El padre Devillé, que se enteró de la conducta del obispo por un amigo del sobrino pero no tuvo contacto directo con el chico, dice: "Para él era imposible decir nada. No quería que nadie lo supiera porque en la familia había grandes presiones para guardar silencio". Devillé asegura que los abusos se prolongaron durante ocho años.

De acuerdo con las leyes belgas, una víctima de abusos sexuales solo puede presentar una querella criminal hasta 10 años después de cumplir 18. La Iglesia sostiene que no se puede procesar al obispo Vangheluwe porque el caso es demasiado antiguo. El cardenal Danneels, al que la policía interrogó durante 10 horas la semana pasada, ha dicho a través de su abogado que no recuerda que le mencionaran el nombre del obispo Vangheluwe en relación con abusos sexuales.

Adriaenssens, que está especializado en trabajar con víctimas de abusos, dice que, en su opinión, el momento decisivo para el sobrino se produjo cuando una sobrina suya de 12 años llegó a casa con un recordatorio del día de su confirmación con un mensaje del obispo. "Era una tarjetita con un bonito dibujo delante y un texto de él en el interior, sobre la importancia de una niñez sana", explica Adriaenssens. "Aquello le enfureció".

En abril se organizó una reunión entre el sobrino, su familia y el obispo de Brujas. Pero a la familia le indignó que el único clérigo presente, aparte de él, fuera el cardenal Danneels, ya retirado. Esperaban al arzobispo recién designado, cuenta Adriaenssens, y temían que la Iglesia estuviera maniobrando para "tapar" el asunto. Las sospechas tenían en qué fundarse, porque las autoridades eclesiásticas belgas no habían cooperado en casos de abusos a menores que se remontaban a muchos años atrás, según Godelieve Halsberghe, una magistrada jubilada que dirigió la comisión interna de la Iglesia entre 2000 y 2008.

En esos ocho años, dice Halsberghe, se ocupó de 33 casos: cuando se retiró quedaban 15 o 16 pendientes, y la otra mitad se resolvió mediante compensaciones a las víctimas, en general, de decenas de miles de euros. Las autoridades de la Iglesia dicen que solo quedaron pendientes cuatro casos. También, que todos los que se les notificaron a partir de 2001 los transmitieron al Vaticano, de acuerdo con las normas establecidas por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, luego nombrado Papa, en 2005. Halsberghe dice que ella solo trató con la Iglesia belga.

Para el 19 de abril de este año, los mensajes de correo electrónico del amigo del sobrino habían llegado ya a todos los obispos de Bélgica. Un día después, Adriaenssens se enteró de que el sobrino había llamado a la línea de atención al público de la comisión para presentar una queja formal sobre su tío. Adriaenssens llamó al obispo.

Vangheluwe está respetando un acuerdo de la conferencia de obispos por el que no puede conceder entrevistas mientras viva en la abadía de San Sixto, en Westvleteren. El jueves pasado, durante las vísperas, destacaba entre los 24 monjes vestidos con hábitos blancos y negros de fabricación casera. Con un libro de oraciones abierto por el Salmo 99, era una figura encorvada, con pantalón gris, una camisa ligera de manga corta y sandalias. Después de las oraciones, la mitad de los monjes se fue; Vangheluwe permaneció 10 minutos más, opcionales, sumido en contemplación silenciosa.

© EDICIONES EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

No hay comentarios: