miércoles, 9 de junio de 2010

HISTORIA DE UN AMOR REBELDE


TIZON DE AMAR

Es este el encuentro de un castellano de Chañe, pueblo de la provincia de Segovia, con una moza de Tarrasa, ciudad de la provincia de Barcelona, pero original de Ontiñena, villa de la provincia de Huesca, que dejó el pueblo por odiar recoger la paja en la sarria, red basta, en la catedral de Burgos. Uno, el duro Celio, que tiene en la lengua todo el verbo Amar y majea en toda su expresión que si maja por aquí, maja por allá. Ella, Caya, variable según las regiones de su corporal geografía al igual que su existencia, y productora de más amor en la punta del ganchillo según las madejas que quemara.

Era su ilusión hacer el amor sentados en la escalinata y puerta del Sarmental a espaldas del pantocrátor, y echar un polvo en la capilla del Condestable. Ahí les vemos sentados a la puerta. Se buscan con la lengua el cielo del paladar, mientras emiten susurros como “mi alma y mi vida”, ella, moviendo un apéndice o rabo de arriba abajo,de abajo arriba; él, suavizando con la yema de los dedos su vaina y diciéndole al oído: “chirlomirlo a la mar”.

Entre suaves gemidos y besos de espuma, ella decía:

- Al clérigo y a la trucha por san Juan le busca.

Respondiendo él:

-Aun no me has dado la carne y ya me quitas el hueso.

Lo del polvo en la capilla del Condestable lo dejaron para otro día, cuando el río Arlanzón lleve menos agua y se pesque más fácilmente el barbo.

- ¿Qué le dijo la trucha al trucho?- le preguntó Celio.

Respondió Gaya:

-Te quiero mucho.

Mirándose y sonriendo, se pusieron a ver, casi sin leer, “Tizón de la nobleza”, de Francisco de Mendoza y Bobadilla, arzobispo que fue de Burgos, que encontraron en una romería al Henar de Cuéllar , en Segovia,y que compraron a un baratillero vendedor de fruslerías, cual cura a la barata, y que tenía entre sus páginas un trocito de Lignum Crucis , que según dijo él, después de comprarle, no era más que un trozo de madera de los pinos del Sr. Daniel de Chañe, y que decía que era de Jerusalén para venderle más caro como reliquia.

Celio es de precoz talento. A los cuatro años de edad tocaba el piano, a los siete sustituyó a su padre como sacristán organista de un colegio de monjes o curas, y, a los once, organizó una orquesta con la que recorrió varios pueblos, habiendo levantado algunas faldas, como dicen aún hoy día las buenas o malas lenguas.

La vida de Caya es una verdadera novela corta . Dedicada por sus padres al monasterio, se escapó, aprendiendo frente aun colegio de pago, las cuatro letras, dedicándose especialmente a la esgrima, y cometiendo un delito “que merecía la horca”, según pregonaba su padre Pedro Zaputo, y que no fue otra cosa que quedarse encinta sin conocer varón.

-Daniel de Cullá

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