jueves, 3 de junio de 2010

EXILADOS CON GARZON


El exilio y Garzón.

En Toulouse, Pau, Bordeaux, Montauban, Nîmes, Montpellier…, en nuestras pequeñas repúblicas del exilio, pataleamos de rabia. “Todos somos Baltasares Garzón”, última víctima del franquismo y de una monarquía que no se avergüenza del pasado. No es que pensemos que el juez sea un inmaculado “Robín de los Bosques”, pero bien sabemos quién se ensaña contra él y por qué.

Es el sistema atado y mal atado de una transición chapucera que sólo sirve hoy para debilitar a la democracia y legitimar a una monarquía que no salió de las urnas.

Es el consenso cada vez menos consensual de una “ley de amnistía” asimétrica y que a estas alturas tendría que haber ido a parar al basurero de la historia.

Son los herederos de los de ayer, más algunas ovejas democráticas supuestamente despistadas.

Son los que quieren que no salgan de tierra los desaparecidos para dejar enterrados para siempre sus ideales. Para sepultar ad vitam aeternam una República social tan necesaria hoy.

En el exilio, somos muchos los que hemos cuidado la memoria para que no se apague la llama republicana. Hoy estamos pasando una nueva fase de nuestro “trabajo de memoria”. Ese trabajo sólo tiene pleno sentido si desemboca en una reinvindicación de la Tercera República. No podemos quedar encerrados en una memoria victimista, derrotista, lastimera, melancólica. Más que hijos de “vencidos”, de “víctimas”, somos hijos de militantes comunistas, socialistas, anarquistas; de combatientes ... hijos de “rojos”. ¡De pie, memoria roja! Los que pretenden intimidarnos se equivocan. Nos dejan más orgullosos de nuestra historia. Y la historia siempre acaba por poner a cada cual en su sitio.

Jean ORTIZ, Profesor en la Universidad de Pau.

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