lunes, 15 de marzo de 2010

INCULTURA Y FIESTA ESPAÑOLA



ARTÍCULOS DE OPINIÓN
  • 38x38 OK Coral Bravo
  • CORAL BRAVO12/03/2010

Retazos

La derecha, los toros y la incultura

André Malraux decía que la cultura es todo aquello que engendra vida, aun tras la muerte. La cultura siempre es vida, siempre va ligada al avance, nunca al retroceso, siempre a la reflexión, nunca a la barbarie ni al mimetismo, siempre a la esencia de las cosas, nunca a las apariencias, siempre al respeto, y nunca al desprecio de ninguna forma de existencia.

Contra la idea maniquea del hecho cultural que venden los tiranos, basada en el respeto a las tradiciones y costumbres de un pueblo (que no es otra cosa que otra herramienta de control y sometimiento de la libertad humana), se erige otra concepción más positivista, humanista y certera de lo que significa realmente la cultura para la humanidad.

Así, la UNESCO defiende que “...la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, pone en cuestión sus propios actos, busca continuamente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden”. (UNESCO, 1982: Declaración de México).

Pues algunos sectores muy visibles de la derecha española todavía no se han enterado de lo que es la cultura, porque pretenden declarar las corridas de toros como Bien de Interés Cultural ¿¿...??. Y, a estas alturas, en pleno siglo XXI, defienden la muerte de un animal como un hecho cultural, lo cual me parece, la verdad, una barbarie medieval que les define.

Hace poco más de cien años la “Santa” Inquisición era una tradición de siglos, una costumbre secular de la Iglesia como un medio de imponer sus dogmas masacrando a todo aquel que no se aviniera a ellos... ¿Podemos considerar la quema, la tortura, la muerte de seres humanos por pensar diferente una tradición cultural? Aberrante (aunque algunos parecen añorar tal costumbre...). Pues es lo mismo.

Entiendo muy bien que la estética de las corridas, los pasodobles y olés, los trajes de luces, las señoras con mantilla y peineta, y toda la parafernalia que rodea ese espectáculo macabro sea considerado por algunos una tradición, un rito e, incluso, un arte. Pero no puedo entender que siga habiendo gente que defienda la crueldad de la tortura y de la muerte gratuita de una vida como algo cultural. Que hagan las corridas que les dé la gana, pero que no sometan a un animal al salvajismo de la muerte para asueto inhumano de multitudes ávidas de vísceras, sangres y agonías. Si eso es ser español, como dijo Carlos Dávila hace poco haciéndose eco de las ideas de la derecha, me temo que tendré que empadronarme en Letonia, Lituania o Indonesia.

A estas alturas del mundo, la ciencia ya ha demostrado que la vida es una unidad en la que todas sus partes están interrelacionadas; ha demostrado que el código genético de los animales es prácticamente igual al de los humanos, que un átomo tiene exactamente la misma estructura que el universo, que, en definitiva, todos somos milimétricas porciones de una totalidad que contiene todas las formas del existir; o, dicho literariamente, como escribía John Donne en un poema, “la muerte de cada persona o de cada ser me disminuye porque formo parte de la humanidad y del todo”.

Aunque algunos “españolísimos” (de pacotilla) se sigan empeñando en segregar, en despreciar el dolor ajeno y, con la excusa de la “tradición”, llamar cultura a la crueldad y a la muerte, somos miles, millones los españoles que pretendemos que España y el mundo entero avance hacia las posiciones humanistas, holísticas y solidarias de respeto a los animales y de repulsa a cualquier tipo de tortura o maltrato. Y somos españoles como los que más, quizás más españoles que ellos.

Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica

elplural

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