martes, 29 de diciembre de 2009

LAS HOSTIAS DEL PAPA

26/12/2009

El Plural / Artículos de opinión


ARTÍCULOS DE OPINIÓN
  • Borja María Zallana de los Acebos
  • BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS

    26/12/2009

El Rincón del Neocon

Juan Pablol II y la ostia a Pinochet

El cardenal Roberto Tucci, encargado de organizar el viaje de Juan Pablo II a Chile en 1987, acaba de desvelar que Augusto Pinochet engañó al Papa para conseguir una foto de ambos en el balcón del Palacio de la Moneda. Dicho así, todo seguido, parece una operación complicada, sobre todo para aquellos que conozcan un poco como funciona la diplomacia vaticana, pero si lo dice un cardenal, cómo dudar de ello.

Según el relato de Tucci, Pinochet hizo salir al Papa al balcón, haciéndole creer que quería enseñarle algo tras una cortina, y una vez allí, frente a miles de personas que se encontraban en la plaza (y que habían acudido seguramente también engañados por el dictador), al Papa no le quedó más remedio que saludar junto a Augusto, dejando para la historia la falsa idea de que la Iglesia Católica apoyaba el régimen del dictador.

Parece mentira como una serie de casualidades y despropósitos pueden marcar de manera tan equivoca la idea que la gente se puede hacer de una institución, incluso de una institución de tan inmaculada tradición democrática y progresista como la Iglesia Católica. Al parecer, todo empezó por la elección del país a visitar. El Papa inicialmente no quería visitar Chile, donde miles de personas habían sido asesinadas o habían desaparecido tras el golpe de Estado contra Allende, pero por aquella época había ofertas de viaje al país sudamericano que hicieron irresistible la elección, ya saben ustedes que la austeridad es la guía por la que se rige siempre el Vaticano.

Fue sin duda un error, pero nadie podía preveer que el Papa tropezaría en la pista del aeropuerto y se abrazaría al dictador a la llegada a Chile. Y la cadena de malentendidos acabó con la no menos famosa imagen del Papa dando la comunión al dictador, también aquí víctima de un equívoco. En realidad, Juan Pablo II, después de toda la serie de despropósitos enumerados, estaba tan enfurecido con Pinochet que comentó a Tucci que tenía ganas de darle una ostia, y el cardenal no fue capaz de leer que era sin “h” y el guantazo se quedó en oblación.

Lo que duele es que por cuatro tonterías como está, la gente se pueda quedar con la idea de que la Iglesia Católica haya apoyado en alguna ocasión a genocidas. Por favor les pido que en estas fiestas tan señaladas, cuando pasen el platillo en la Misa, no vayan a confundirse también ustedes y dejen un billete del monopoly, que en estas cosas la Iglesia no se equivoca nunca y pueden ustedes pasar una enorme vergüenza.

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