(Recordando su injusta muerte
entre febrero y marzo de 1945)
ANA FRANK EN LA CASA DE ATRAS
Recorro el sitio donde Ana Frank
vivió
Y estuvo escondida, la Casa de
Atrás
Que abre sus puertas de par en par
A todos los días en el centro de
Ámsterdam.
Delante de una de sus bellas fotos
Con esa sonrisa tan amplia de
joven Gioconda
Medito, pienso y digo:
¿Quién lo creería?
A una niña que comienza a reír y a
soñar
Le tuercen la boca con un
descompasado guantazo
Los sayones de la cruel Gestapo
Rebuznantes de odio y ascos
A esta bella niña judía que ya
hermosea
De quien aprendemos muy bien en su
“Diario”
El caritativo y buen consejo de
honrar y amar
A los padres y a la patria
Conocedora, también, de que
“El buey no es de donde nace sino
de donde pace”.
En algunas fotos, parece que
llora, pero no es por ella
Sino por sus paisanos que sufren
el bronco sonido
Arrastrando a sus campos de
concentración
A deportados judíos y otras
amables gentes
Que no les entran por su ojo ario
Y que quieren hacer una tortilla su cerebro.
Ella, desde los trece años
escribe, con dieciséis muere
No entendiendo de odios ni
rencores
Sabiendo que el desamor y la violencia
Son propios de criminales y
asesinos majaderos.
Recordémosla ordeno a los que me
acompañan
En este fondo de la Casa de Atrás
Y en el campo de concentración de
Bergen-Belsen
Al norte de Celle, en Alemania
Donde ella y su hermana por
vejaciones y enfermedad mueren.
Le duele Alemania, ya lo creo
Por eso dice, pero no escribe:
“Vosotros alemanes habéis elegido
por Führer un Asno”.
¿Quién no sabe de Hitler las
maldades
De ese malnacido ladrón de guerra
los enredos?
¿Quién ignora de Hitler los campos
de trabajo y sus crematorios?
Los campos ignominiosos donde el
monstruo nazi
Quiere hacer de sus prisioneros
Una tortilla su cerebro
O en humos de chamusquina de
cuerpos quemados
Su pangermánico Pontificado.
Ana Frank habrá perdido la vida,
sí
Pero qué de reinos, provincias y
países
Ha conquistado su amor y celo
formidables
Alcanzando que muy pocas mujeres y
hombres
Se porten, hoy en día, como
criminales y crueles asesinos
Como descerebrados caníbales.
-“Haberlos hailos”, dice un
gallego. Calla y continúa:
-“Muy tontos serán los hombres,
tal vez Asnos
Si de Ana Frank no siguen el
consejo”.
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