domingo, 20 de marzo de 2011

NIÑOS ROBADOS DE ARAGON

«Me robaron a mi hija y me llamó a los 38 años»

RAMÓN J. CAMPO 20/03/2011 a las 06:00 1Comentarios

El documental ‘Niños robados de Aragón’ -que emite esta noche Aragón Televisión- desvela que una monja medió en la venta de dos bebés nacidos en Zaragoza a matrimonios de Vilanova i la Geltrú. El cementerio de Torrero ha recibido a 17 parejas que no hallan a sus hijos enterrados

Celia Torralba y su hija Laura se encontraron después de 38 años separados por un robo..FACTORíA PLURAL Celia Torralba y su hija Laura se encontraron después de 38 años separados por un robo..FACTORíA PLURAL

Laura dudó siempre de sus apellidos y de sus padres, pero no encontraba la vía para deshacer el entuerto familiar y encontrar a su madre biológica. Soñaba que tenía hermanas pequeñas y se fue de casa con 18 años, aunque era hija única. En una discusión con la madre adoptiva logró sonsacarle que la habían comprado en la Maternidad provincial de Zaragoza por 65.000 pesetas, «como una parcela» (le dijo), y la habían elegido por su nombre aunque tenía problemas de salud.

Laura emprendió una búsqueda de sus orígenes, un viaje que emprenden ahora miles de españoles víctimas del robo de los niños entre los años 40 y 90. Acudió al Registro Civil y vio que tenía dos identidades: la verdadera (Laura Torralba Guallar) y la que le dio el expediente de adopción (Laura Castañosa), sin que su madre lo autorizara. La ruta prosiguió en el Archivo de la Diputación Provincial y siguió los consejos de la archivera Alicia Sánchez para llamar a una persona con los mismos dos apellidos de su identidad real. Llamó, se puso una hermana y luego, la madre.

«¿Recuerda el día 16 de diciembre de 1956?», preguntó Laura.

«Sí, era el día que me robaron a mi hija», confesó Celia.

«Pues yo soy su hija», respondió.

La madre y la primera de sus cinco hijos se conocieron 38 años después de nacer cerca del Mercado Central. Hubo abrazos, lloros, emoción y muchas horas de conversación porque Celia no había permitido que la Maternidad provincial se llevara a su hija Laura. Era una madre soltera que trabajaba de sirvienta en una casa y, además, para sufragar el parto se debió quedar tres meses de nodriza en el mismo centro hospitalario.

«Crié a mi hija Laurita y a quince niños, pero a los tres meses, las monjas me echaron a la calle y no me permitieron llevarme a mi hija porque no tenía casa», explicó Celia Torralba, quien ya pasó su niñez en el hospicio de Huesca para ayudar a su madre viuda. Celia volvió a quedarse embarazada enseguida de su segunda hija para volver a la Maternidad y recuperar a la primera. Pero cuando llegó a dar a luz de su hija Celia, una amiga le contó que Laurita había sido vendida unos días antes a un matrimonio.

«Siempre íbamos mirando por las calles a las niñas por si se parecían a mí. Tuve cinco. No di ningún permiso para que se la llevaran ni la adoptaran. Quería a mi hija», explica Celia Torralba, de 83 años, mientras abraza a su hija Laura, de 54.

Laura y Celia son dos de las protagonistas del documental 'Niños robados de Aragón' que emitirá Aragón TV esta noche a las 22.00 y realizado por un grupo de investigación de la productora Factoría Plural, participada por HERALDO. Incluye siete historias de familias quebradas desde la Guerra Civil hasta la democracia por el escándalo de los niños robados.

El germen de este suceso que ha supuesto la apertura de diligencias en la Fiscalía de Zaragoza (junto a otras de Andalucía, Cataluña, Madrid y País Vasco) nació en la capital aragonesa en 2009. Antonio Barroso y Juan Luis Moreno volvieron a emprender el mismo viaje que hicieron juntos de niños desde Vilanova i la Geltrú hasta la plaza del Pilar. Se los llevaron en 1969 del Hospital Miguel Servet y de la Clínica Pérez Serrano, como dicen sus partidas de nacimiento falsificadas.

Pasados los 41 años y unos antecedentes paralelos (el padre de Juan Luis Moreno le confió antes de morir que lo compró en Zaragoza y que los padres de su amigo Antonio Barroso hicieron también lo propio) visitaron la pensión donde se hospedaban, en el hostal Santiago. «Veníamos cada verano a Zaragoza, después de que nuestros padres cobraran la extraordinaria», recuerda Moreno. «Una mañana se iban mientras nos quedábamos jugando en la plaza del Pilar. Ahora entendemos que pagaban su cuota cada año. Mi padre me dijo que costé 150.000 pesetas, más que un piso».

Visita a una monja dominica

La madre de Antonio Barroso acababa de confiarle que los padres de ambos pagaron dinero a una monja (cuyas iniciales responden a A. V. y tuvo pisos en Zaragoza para niños huérfanos desde 1968). El equipo de investigación localizó a la hermana dominica de 83 años en un piso del casco viejo, rodeada por otras compañeras y algunos jóvenes impedidos que ellas cuidan. Ha visitado cuatro veces a la monja, que no puede moverse de una cama y siempre acaricia a una gata, para ofrecerle que una cámara grabara una entrevista del encuentro con Barroso y Moreno. Accedió a recibir a los niños robados y que estuviéramos presentes en el encuentro.

La monja A. V. asumió que conocía a otra hermana de la orden de Santa Ana, Monserrat Rius, que la llamó para comunicarle que dos familias del Penedés estaban interesadas en tener bebés. Era una enfermera del Hospital Miguel Servet, que falleció en 2009 y tenía familia en Vilanova i la Geltrú. Barroso guarda todavía un regalo de comunión que le llevó esta religiosa y recuerda que su madre le obligaba a escribirle cartas.

«Yo no más hice de intermediaria con la madre Monserrat... Al decirme la hermana Monserrat, yo enlacé dos matrimonios del Penedés... Pude intervenir en pasar un bote de leche, un vestido, un dinero para pagar donde estaban las madres, pero yo no intervine directamente», explicó la monja a Moreno y Barroso. «Si dio dinero era para la clínica. Me pudo dar un donativo, pero jamás de los jamases por la compraventa de un niño».

La monja preguntó si las familias les contaron que eran adoptivos y ellos contestaron que les confesaron que los compraron. Se hicieron la prueba de ADN y Barroso confirmó su sospecha de niño. Moreno, más tranquilo que la primera vez, repitió esta semana la visita a la monja para rogarle que le ayudara en la búsqueda de su madre por motivos genéticos y emocionales. La monja detalló que una vez había unido a una madre y una hija, pero cuando iban a conocerse, murió la primera. Además, se defendió de una condena de cuatro meses de la Audiencia de Zaragoza en 1985 porque fue denunciada por una madre que se arrepintió de entregar a su hijo para que lo adoptaran.

Todo empezó en la cárcel

'Niños robados en Aragón' rescata también la historia de Margarita Navascués, natural de Uncastillo, de la mano de su sobrino Guillermo. Margarita dio a luz en la Maternidad provincial después de ser detenida al escapar de Zaragoza en 1937 porque su pareja era anarquista. Crió a su hija Isabel en la cárcel de Torrero y se la arrebataron la víspera de su fusilamiento en 1937, como relató en un libro el cura capuchino de la prisión, Gumersindo de Estella.

Los documentos oficiales desvelan ahora que una tía de la niña, María Melendo, tuvo el permiso del Gobernandor Civil para visitarla, aunque en el centro la dieron por muerta. «Mi padre no me contó nada de todo esto porque lo vivió desde la cárcel. Mi madre dice que se llevaron a la niña», señala Guillermo Navascués.

Pilar Ortiz y Blanca Calvo buscan a sus respectivas hermanas, nacidas en la posguerra (1948), en la Maternidad Provincial, pero al sospechar del engaño de las muertes no encontraron sus restos en Torrero. Eran gemelas y tras un parto normal, la dirección del centro inscribió sus fallecimientos en el Registro Civil y se ocupó de los supuestos entierros, que no se produjeron. La investigación de seis años de Pilar Ortiz sirve para conocer los archivos donde recabar información.

La hermana Pilar Carcavilla, de la orden de Santa Ana, una monja responsable de la Maternidad Provincial de Zaragoza entre 1973 y 1980, niega que se robara a los niños que estaban en la zona secreta del centro ni se vendieran, sino que se facilitaban las adopciones para las madres solteras.

Margarita Navascués dio a luz a una niña, Isabel, en 1937 y la crió en la prisión de Torrero. Su sobrino Guillermo (en la foto de la siguiente página con el funcionario del cementerio municipal Pedro Villasol) ha descubierto en varios archivos que Isabel fue trasladada a la Maternidad Provincial cuando su madre fue fusilada y se la arrancaron de sus brazos. El bebé fue visitado por su tía, María Melendo, pero no pudo llevárselo. La niña fue dada por muerta en Torrero.



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