Causa N. 7271/15: Por
amor a Palestina
por Carlos Aznárez
Así titulábamos en la portada de uno de las
últimas ediciones del periódico Resumen Latinoamericano. Sí,
por amor a Palestina y a su pueblo abnegado, sufrido,
perseguido, pero jamás vencido, es que innumerables voces en
el mundo, a lo largo de estas últimas seis décadas, nos hemos
alzado solidariamente para defender esa causa. O dispuestos a
informar sobre ella, como es nuestro caso, empeñados en tratar
de romper la severa censura que dicho tema padece.
Querer a Palestina es desear desde lo más
hondo de nuestro corazón, que algún día sus mujeres, sus
hombres, sus niños y niñas, los ancianos y ancianas de esa
tierra indoblegable puedan vivir en paz. Que quienes habitan
ese suelo mancillado por los invasores, pudieran cultivar sus
olivos o pescar de sus aguas -hoy bloqueadas por buques de
guerra- sin que les cueste la vida o sin que el desprecio de
los colonizadores les incendie sus sembradíos. Querer a
Palestina es precisamente destacar el ejemplo dado por
millones de sus mejores hijos e hijas que han tenido que salir
al destierro portando sólo una llave de lo que fueron, hasta
1948, sus viviendas, luego arrasadas por el conquistador. A
pesar de ello ningún palestino del exterior" hablan de
venganza, sino que con una melancolía que cala muy adentro de
cualquier persona sensible, sólo piensan en el retorno a lo
que fuera su tierra de origen. Volver a un sitio distinto al
actual, sin checkpoints ni alambres de púas, sin muros que
separen a familias enteras, ni tanques, ni bulldozers, ni
viviendas demolidas, ni tanta e injusta muerte, ora en Gaza
ora en Cisjordania.
Precisamente por amor a Palestina y a dedicar
gran parte de mi vida como luchador por los derechos humanos y
como periodista, es que ahora la Delegación de Asociaciones
Israelitas Argentinas (DAIA),que se arroga la representación
de la comunidad judía (aunque miles de sus integrantes se
hayan desvinculado de la misma), quiere sentarme en el
banquillo de los acusados. Sin embargo, estoy convencido que
lo que realmente se quiere juzgar no es sólo a mi persona,
sino a un comportamiento solidario, pacífico pero firme, de
clara raigambre internacionalista, con un pueblo que nos
necesita, y que no tiene todos los días y en todas partes
tantas voces para defenderlo. Y esto último ocurre,
precisamente por la presión que se imprime desde estas
instituciones, por la censura y la autocensura que se genera
sobre una lucha tan sencilla de entender y tan complicada a la
hora de darle soluciones concretas.
A lo largo de cinco décadas como comunicador y
militante por la justicia y la libertad para los pueblos, he
puesto empeño para que el discurso de los opresores no nos
dobleguen, y es en ese mismo sentido que partiendo de la
necesidad imperiosa que tiene el pueblo palestino y todas las
naciones árabes sojuzgadas de que se escuchen sus exigencias
de libertad y justicia, es que he escrito, he hablado y me he
pronunciado en todos los medios de comunicación con los que he
colaborado, contra las aberrantes violaciones a sus derechos
fundamentales. Sé que esto mismo han hecho y seguirán haciendo
muchas personas de la colectividad judía, aquí y en el propio
Estado de Israel, por no coincidir con el dolor que se causa a
un pueblo hermano con el que antes de sobrevenir la catástrofe
compartían el sol, el pan y el agua.
Por otro lado, frente a la causa penal que se
ha abierto por parte de la Delegación de Asociaciones
Israelitas Argentina (DAIA) contra mi persona, y por ende
contra la plataforma comunicacional que dirijo desde hace más
de 22 años, y en la que me han citado para una audiencia
indagatoria el próximo 9 de diciembre a las 9,30 hs en la
Fiscalía 25, deseo reconocer las numerosas muestras de
solidaridad y apoyo que estoy recibiendo por parte de
compañeros/as y amigos/as de Argentina y de todo el mundo, que
entienden perfectamente que con este juicio se está tratando
de disciplinar" el pensamiento, amordazar la libertad de
expresión, de opinión y la privacidad que cualquier periodista
debe estar decidido a defender para que no lo sometan. En
especial, va un agradecimiento profundo a todos mis colegas de
todo el continente que me han hecho llegar su afecto y
muestras de repudio contra quienes intentan acallar los
comportamientos solidarios. También, vaya un saludo fraterno a
los organismos de derechos humanos y gremios de prensa y de
otras actividades que se han plantado firmes en defensa de mi
posición ante esta política persecutoria.
Por último, reitero la convicción de que
frente a estas actitudes de intolerancia y de abierta
discriminación contra quienes nos solidarizamos con el pueblo
palestino y acompañamos sus ansias de paz con justicia e
independencia, es imprescindible reivindicar nuestro derecho a
expresarnos y opinar sin mordazas ni miedos. Nos acompañan en
esta decisión personas de todo el mundo que se fortalecen en
el amor a un pueblo que todos los días da lecciones de
dignidad al mundo.
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