ZANGANOS,
VAGOS Y MALEANTES
Principia a bostezar una persona, ya
las otras imitan su bostezo.
Frente del uno el otro, y ya
dispuestos a discutir de dos fuertes partidos muy tremendos que el pro y el
contra defienden de los Asnos con el mayor tesón y fuerte empeño, como afirma
“Elogio del Rebuzno”. Anti-Asnistas llamados los segundos, Archi-borriquistas,
los primeros. Nos han venido a hablar de la refundición de la política para
moldearla.
-El
concejo es un nido de ladrones, y la Nación un nido de bandoleros, dice el más
largo de los dos ponentes, de Cubillo, en Segovia, a quien llaman ·el
Cuclillo”, marido de una adúltera, que mira apreciando y calculando la
capacidad del espacio donde nos encontramos, advirtiendo que la parte hueca del
candelabro está vacía, sin vela.
El otro ponente, pequeño, más bien
canijo, “Cuco” llamado, casado con una mujer enviciada en el juego, juega de manos con un cubilete y un dado en
el que se había escrito algo.
Los dos son un poco margaritos, pues
han estudiado en un seminario,
pareciendo mozo y doncella de cámara.
Las personas lineales con las que
nos encontramos aquí desde el galón del portalón hasta la mesa de proa con oradores no cubren más que un metro cúbico de
pie cúbico.
Mi amigo y yo no faltamos a la cita,
preguntándonos qué influjo puede haber o qué misterio en que Rebuzne un político comúnmente cuando oye Rebuznar a
un prelado de la iglesia, confiados en que no entrase el agua sucia de su
oratoria en nuestra ánima.
Una encubridora o alcahueta que
trabaja en televisión no ha presentado a estos dos diciendo que son aspirantes
a gobernar; que son hombres científicos genéricos que aspiran a transformar la política
por la acción del jugo gástrico; que son pepones, tienen la cabeza de sandía y
que, como a buen político, no se les da un pepino la democracia, pues en el transcurrir de la vida se manifiesta el desprecio y poco caso que se
hace de la ciudadanía, robándoles, interesándoles, tan sólo, la renta o destino
lucrativo y descansado.
-Son la
pera, dijo mi amigo.
-Ni
oste ni moste, le dije yo.
Los oradores decían o entendían la
política por el lado malo.
-No hay
uvas como las de mi majuelo, decía “el Cuclillo”. Todo va de mal en peor. Cada
vez más desacertada e infaustamente. Mal
que bien, quien cubre su mal, oye. Que mal de muchos consuelo de tontos es.
Cuco, en juego de prestidigitación,
tiró el dado de seis caras cuadradas e iguales enteras, en las que se leía en
una cara, Paz; en otra, Pan; en otra, Libertad; en otra, Democracia; en otra,
Anarquía; y, en otra, Mordaza.
Nadie metió sus cucharadas en la
oratoria, pues a nadie le interesaba el sermón.
A mi amigo no le interesaban los
dimes y diretes de los ponentes, por eso, dirigiéndose a una señora que tenía
al lado, de buen ver, le dijo:
-Me
gustaría cubrirte de polvos. Echar tu gallina sobre los huevos del gallo, pues
quien te cubre te descubre.
La mujer le replicó con cierta mala
leche, diciendo:
-Calla
y escucha lo que dicen: “lo que se consigue con poco trabajo y a costa ajena,
no vale la pena. Nos untan con jabón o sebo mientras nos hacen burla
jodiéndonos o desahuciándonos”.
Hizo una pausa, y siguió:
-“En el
juego de la democracia, los políticos de los dos fuertes partidos muy tremendos
y muy sacrofachosos son cucarros, se visten de frailes cual escarabajos
acuciosos que doblan el cuerpo y las piernas de manera que las nalgas descansen
en los calcañares de las vírgenes, los cristos y los santos”.
Ni corta ni perezosa, vemos a la
mujer de antes acercarse a mi amigo y llevar su mano derecha a la parte baja
del pantalón y, abriéndole la bragueta, se vio asomar un muñeco cual bohordo de
la pita salido de tono. La mujer dio un grito parecido al del cuclillo. Mi
amigo no dijo ni “mu”
“El Cuclillo” cerró un libro de piel
de cabrito del que no leyó nada, en el que su partido escribió su programa.
Cuco exclamó: “cantó la perdiz”, y
los Borricos Rebuznaron al instante.
Yo había llevado una propuesta con
intención de presentarla, ésta: que se hiciera un Ministerio de Borricos en que
cupieran todos los bandoleros, los fulleros, los vagos y los maleantes, que
tuvieran una paga mensual como la de los curas, inquiriendo la analogía que
debe encontrarse entre el bostezo de
esta especie humana y los zánganos del sagrado Rebuzno.
-Daniel
de Cullá
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