LIBERTE,
EGALITE, ESTUPIDITE
-
Cuantos criticastros están naciendo de las larvas del humor y se están haciendo
semejantes al verso de la legitimidad criminal e inquisidora o del
fundamentalismo lapidador y degollador que son la legitimidad de esos dos grandes
Señores del cielo, que por ventura y desventura nos esperan desde el nacedero
hasta la mortaja, dándonos a mamar esa cierta mezcolanza de terror y libertad
con la que nos emborrachan y cometen la barbarie de siempre, que es: venir y
cogernos y caparnos, como dice Celio.
- Dios
eterno! El hombre con el hombre tal barbarie, replica Saturna.
- Ahora,
sigue Celio, por legitimidad del terror, los gobiernos de las naciones se
muestran generosos y nobles, y, en premio, con gratitud, quieren al ciudadano
elevarle hasta el cielo por la mordaza, la pedrada, y la represión.
- Vaya
pan con hostias, interviene Gustavo, respondiendo a la pregunta que le ha hecho
Asunción de Fuenterrabía, cortándoles la plática a Celio y Saturna, sobre qué
le parece lo sucedido en Francia.
Hace una pausa, traga saliva y
sigue:
- Liberté,
Egalité, Estupidité, con mayúsculas, eso es lo que a mí me parece. Que unos
sujetos “cogolleros”, criminales, que tienen gusarapos o están llenos de ellos,
muy inmundos y corrompidos, traigan en jaque de muerte a las naciones, sí que
clama al cielo. Ellos se han despachado a su gusto haciendo el mal, pero lo de
los señores de la guerra que hacen iguales o parecidas operaciones ¿por qué lo
llamaremos la legitimidad a esa su manera de actuar?
- Unos,
responde Saturna, aprecian la belleza de la libertad, otros la fealdad en
cualquiera de sus formas, y si es con el crimen, mejor. El hombre es siempre,
desde Gunderico, rey de los vándalos, y mucho más antes, guerrero, criminal, y hace las cosas a la medida de sus deseos.
Hace una pausa, y sigue:
- Al
gusto dañado y estragado del mundo
árabe, lo dulce de la libertad es amargo; y al mundo “civilizado” le encanta
dar palos y matar. Para los unos, los gustos civilizados merecen palos; para el
otro, más vale un gusto que cien panderos.
- Cuadrilla
de gentualla, exclama Romeo, y, a su vez, tropas de corchetes y alguaciles
quienes, por el hecho de abrir su cola el pavo silvestre, le quieren tronchar
el cuello y echarle en costal, como siempre hicieron los rocines feos y con
resabios defensores de la falsa fe y la impostura por la gusanera de su pasión
dominante de creer y matar por creer.
- Esto
ha sido una descalabradura, replica Calepino. Y recuerdo las palabras que dicen
que dijo el por desgracia famoso genocida alemán, cuando inauguraba los campos
de concentración y los hornos
crematorios con beneplácito de la iglesia: “el terror es el único sentido con
el cual se percibe y aprecia el sabor de la vida”.
- Vaya
gusarapo, dice Celio, ese animal criminal que como todos los gusanos de la
muerte se crían en el agua estancada de las naciones siempre en descomposición.
- Son,
replica Saturna, como todos los gurruminos que miman y contemplan excesivamente
su fe y ardor, con el que sienten en su paladar el sabor de la represión,
dominar y matar.
- La
Biblia de Gutenberg, dice Gustavo, llamada “de los cuarenta y dos renglones” está
cubierta de sangre, lo mismo que el Corán.
- Pero
yo, replica con humor Calepino, me quedo con Borak, la
Burra de Mahoma, y con el Asno capuchino del de Asís, conocedores ambos de
que sólo el Rebuzno sube al Cielo.
-Daniel
de Cullá
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